Trastorno del Espectro Autista

Trastorno del Espectro Autista: detección precoz

Los trastornos del espectro autista (TEA) involucran desafíos significativos en el proceso educativo y social, por esto es necesario dar respuesta a las necesidades actuales y originar los apoyos a las personas que presentan un trastorno de espectro autista y sus familias, de acuerdo al ciclo vital por el que transitan, desde la niñez a la juventud, para que logre ser un adulto con las mayores habilidades posibles para enfrentar su diario vivir.

Definición y características del Trastorno de Espectro Autista (TEA)

Leo Kanner, en Estados Unidos, y Hans Asperger, en Austria, describieron en 1943 los cuadros clínicos que hoy se incluyen en los denominados Trastornos del Espectro Autista.

Este trastorno es un tipo de alteración del neurodesarrollo (es decir que se origina durante la etapa de crecimiento y desarrollo neuronal) caracterizado por la presencia de problemas y severas dificultades en el lenguaje, la socialización y el comportamiento. Este trastorno por lo general puede detectarse antes de los tres años de edad, apareciendo en etapas muy tempranas de la vida.

Para comprender este concepto de “espectro autista”, hay que tener en cuenta dos ideas importantes:

1. El autismo es un conjunto de síntomas y signos que se define por la conducta. No es una “enfermedad”, por lo que no hay cura en la actualidad.

2. Considerar el autismo como un continuo más que como una categoría que se presenta en diversos grados en diferentes cuadros del desarrollo. Esto de acuerdo a lo descrito por el psicólogo Ángel Riviere en el año 2001.

El concepto de TEA facilita la comprensión de la realidad social de estos trastornos e impulsa y facilita el establecimiento de apoyos para las personas afectadas y sus familias; esto significa, que, al tener clara la condición de la persona, con mayor fluidez se pueden identificar los apoyos necesarios, tanto a nivel familiar, como a nivel educativo.

TEA según el DMS-5

El DSM-5 es el “Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales”, realizado por la Asociación americana de psiquiatría. En base a este manual actualizado en el 2014, como su quinta edición, se describe el espectro autista con las características que se deben cumplir para diagnosticarlo.

En 1979, Lorna Wing incorpora la palabra trastorno del espectro autista y describe tres aspectos llamados tríada de Wing, para caracterizar a personas dentro de la condición del espectro autista:

1. Dificultades sociales.

2. Dificultades en la comunicación verbal o no verbal.

3. Dificultades con el juego simbólico y la imaginación.

En la actualidad el manual DSM- 5, ha modificado la tríada de Wing y lo ha resumido en dos características:

1. Dificultades en la comunicación social.

2. Comportamientos repetitivos y estereotipados.

En el DSM-5 desaparecen los diferentes subtipos de trastornos generalizados del desarrollo (TGD). El trastorno autista, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado se fusionan en un único trastorno que pasa a llamarse Trastorno del Espectro del Autismo (en singular). El cambio de nombre trata de enfatizar la dimensionalidad del trastorno en las diferentes áreas que se ven afectadas y la dificultad para establecer límites precisos entre los subgrupos. El Síndrome de Rett y el Trastorno Desintegrativo de la Infancia dejan de ser recogidos por el DSM- 5 ya que el primero tiene una clara base genética y el segundo tiene importantes problemas de validez.

Para que una persona sea diagnosticada con TEA, tiene que poseer alteraciones en las tres áreas que se incluyen dentro de los déficits en la interacción y comunicación social (reciprocidad socio-emocional, comunicación no verbal y desarrollo, mantenimiento y comprensión de relaciones), así como dos de las cuatro áreas alteradas en el repertorio restringido de conductas e intereses (conductas repetitivas, insistencia en la invarianza, intereses restringidos o alteraciones sensoriales).

A la hora de establecer el diagnóstico, el manual exige describir más en detalle algunas características del trastorno. En concreto, hay que describir la severidad de la alteración en cada una de las dimensiones que ahora definen el TEA, así como si la persona tiene discapacidad intelectual, alteraciones en el uso del lenguaje (y su nivel de competencia) o si el trastorno se asocia a problemas médicos, genéticos o ambientales o si tiene algún problema neurológico.

Para conocer con mayor detalle las especificaciones que se deben cumplir para diagnosticar el TEA, es necesario que se revise en profundidad el manual DSM-5.

Detección precoz

Es importante considerar algunas señales de alerta que se pueden detectar en la niñez y que ayudan a distinguir la necesidad de recurrir a un especialista de manera oportuna. Algunas señales son:

Área de comunicación y socialización:

  • Casi nunca atiende cuando se le llama. A veces parece sordo/a.
  • No señala para mostrar o compartir su interés.
  • No ha desarrollado el lenguaje oral, o lo ha perdido.
  • Si tiene lenguaje, pero lo usa de manera peculiar, o es muy repetitivo.
  • Se ríe o llora sin motivo aparente y no logra explicarlo claramente.
  • No reacciona casi nunca ante lo que ocurre a su alrededor
  • Parece no interesarse por los demás.
  • Apenas mira a la cara sonriendo a la vez.
  • Generalmente no se relaciona con los otros niños, no les imita.
  • No suele mirar hacia donde se le señala.

Área del juego y exploración del entorno:

  • Es muy sensible a ciertas texturas, sonidos, olores o sabores.
  • Tiene movimientos extraños, repetitivos.
  • Presenta rabietas o resistencia ante cambios ambientales.
  • Tiene apego inusual a algunos objetos o a estímulos concretos.
  • Usa los juguetes de manera peculiar (girarlos, tirarlos, alinearlos…).
  • Apenas realiza juego social, simbólico o imaginativo («hacer como si…»).
  • Sus juegos suelen ser repetitivos.
  • Tiene una rutina concreta.

Probablemente, la prueba más consensuada internacionalmente para la detección de posibles casos de Trastorno del Espectro Autista es el M-CHAT (Checklist for Autism in Toddlers, modificado) de Baron-Cohen, que es un cuestionario para determinar posibles casos de niños/as con autismo a los 18 meses. Este cuestionario es administrado en 10/15 minutos por un profesional sanitario; su objetivo es observar comportamientos significativos que, de estar ausentes a los 18 meses, indican que puede existir un riesgo manifiesto de desarrollar un trastorno socio- comunicativo. Pero existen otras pruebas o evaluaciones que se pueden aplicar actualmente y que detallaré en un siguiente artículo.

Actualmente, no existe ningún tratamiento médico, educativo o de cualquier otro tipo, que «cure el autismo», configurándose un enfoque multimodal como el medio más adecuado de mejorar el pronóstico e inclusión de los niños/as con TEA. Al ser una condición y no una enfermedad, es fundamental el diagnóstico precoz para iniciar tempranamente la estimulación, la orientación familiar e intervención educativa que sea integral y en base a un enfoque multiprofesional. En este aspecto, la escuela es clave en el desarrollo de un plan educativo personalizado adaptado a las necesidades del estudiante que presenta un TEA.


Fuentes utilizadas para este artículo: 

“TEA! Guía para su detección precoz”, Consejería de salud, Junta de Andalucía.

http://apacu.info/wp-content/uploads/2014/10/Nueva-clasificaci%C3%B3n-DSMV.pdf


Acerca de la Autora

 

 

 

 

Gabriela Briceño Garay

Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado en Educación Inclusiva.


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