TDA

Trastorno de Déficit Atencional: ¿cómo se reconoce en la niñez?

El trastorno de déficit de atención (TDA), que puede ser con o sin hiperactividad (TDAH), es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes de la niñez. Habitualmente su diagnóstico se realiza entre los 3 y 6 años y a menudo dura hasta la adultez.

Descripción y características

El trastorno de déficit de atención (TDA) e hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos más comunes en la niñez y puede continuar hasta la adolescencia y la edad adulta. Los síntomas incluyen dificultad para concentrarse en la realización de diversas actividades y prestar atención sostenida, además, puede sumarse la dificultad para controlar la conducta y presentar hiperactividad (actividad excesiva).

Existen tres tipos de TDA:

  • Predominantemente hiperactivo-impulsivo: se observan mayor cantidad de rasgos derivados de una energía excesiva y con reacciones impulsivas instantáneas. Se presenta inatención, pero en mucha menor escala que la hiperactividad.

 

  • Predominantemente inatento: se caracteriza por demostrar conductas relacionadas con la dificultad de atender a las palabras, instrucciones y acciones de otra persona. Pueden ser niños más tranquilos y con escasas conductas hiperactivas. Frecuentemente, los niños con esta predominancia, pasan inadvertidos, ya que, al no llamar la atención con conductas impulsivas, se cree que está escuchando y aprendiendo sin dificultades. Pero si le preguntamos qué entendió o que explique lo que escuchó, lo más probable es que no sepa responder porque su capacidad de atención está alterada.

 

  • Combinación hiperactivo- impulsivo e inatento: es la mezcla perfecta de conductas descontroladas y la dificultad de atender a lo que le dicen. El nivel de concentración es escaso o nulo. Cuesta controlarlo o que se autocontrole y aprender es todo un reto. La mayoría de los niños diagnosticados con TDA/ TDAH presentan esta combinación.

Los tratamientos pueden aliviar muchos de los síntomas del trastorno, pero no existe cura. Con tratamiento medicamentoso para favorecer la concentración, o quizás, sólo con una intervención especialista adecuada, la mayoría de las personas que padecen de este trastorno pueden tener éxito en la escuela y vivir vidas productivas. Actualmente, los investigadores están interesados en indagar respecto a la intervención más eficaz, ya que los medicamentos no siempre son una buena solución, pero todo depende de cada caso y de la decisión familiar.

Para recibir un diagnóstico de este trastorno, un niño debe tener síntomas durante seis meses o más y en un grado mayor del que presentan otros niños de la misma edad.

Los niños que tienen síntomas de inatención pueden:

  • Distraerse fácilmente, no percibir detalles, olvidarse de las cosas y con frecuencia cambiar de una actividad a otra.
  • Tener dificultad para concentrarse en una sola cosa.
  • Aburrirse con una tarea después de tan sólo unos minutos, excepto que estén realizando una actividad placentera o que no requiere de mantener la atención sostenida.
  • Tener dificultad para concentrarse en organizar y completar una tarea o en aprender algo nuevo.
  • Tener problemas para entregar correctamente las tareas; con frecuencia, pierden las cosas (p. ej., útiles escolares, juguetes, materiales, etc.) que se necesitan para completar las tareas o actividades.
  • Parecen no escuchar cuando se les habla.
  • Sueñan despiertos, se confunden fácilmente y se mueven lentamente.
  • Tienen dificultad para procesar información de forma rápida y precisa como los demás.
  • Tienen dificultad para seguir instrucciones explícitas.

Los niños que tienen síntomas de hiperactividad pueden:

  • Estar inquietos y movedizos en sus asientos.
  • Hablar sin parar.
  • Ir de un lado a otro, tocando o jugando con todo lo que está a la vista.
  • Tener problemas para sentarse y estar quietos durante las comidas, en la escuela y cuando se les lee cuentos o al desarrollar tareas.
  • Estar en constante movimiento.
  • Tener dificultad para realizar tareas o actividades que requieran tranquilidad o de un tiempo excesivo.

Los niños que tienen síntomas de impulsividad pueden:

  • Ser muy impacientes.
  • Hacer comentarios inapropiados, mostrar sus emociones sin reparos y actuar sin tener en cuenta las consecuencias.
  • Tienen dificultad para esperar por cosas que quieren o para esperar su turno en los juegos.
  • Interrumpen con frecuencia conversaciones o las actividades de los demás.

Las causas relacionadas con el trastorno

El TDA/ TDAH es probablemente el resultado de una combinación de factores. Además de la genética, los investigadores están tratando de encontrar posibles factores medioambientales y están estudiando de qué manera las lesiones cerebrales, la nutrición y el entorno social podrían contribuir al desarrollo de este trastorno.

¿Cómo es el proceso del diagnóstico?

La familia y los profesores son los primeros en notar las conductas derivadas de este trastorno. Como he mencionado, los síntomas y signos específicos, deben ser persistentes en el tiempo y observados por más de seis meses seguidos. Esta observación es clave, ya que esto permitirá que un especialista en el área, por ejemplo, un pediatra o neurólogo infantil, tenga la información necesaria para iniciar el proceso de diagnóstico.

Es importante que la escuela realice un informe detallado de las conductas del alumno que les ha llamado la atención, para que la familia le entregue la evidencia al especialista encargado de analizar la situación en su totalidad. El periodo de evaluación del estado del niño debe ser riguroso y no acelerado, para estar seguros de que el niño presenta el diagnóstico y que su conducta no responde a otras causas.

Para que el futuro y el proceso de aprendizaje de un niño con TDA sea satisfactorio, es importante la intervención a tiempo y realizada por especialistas que desarrollen un plan de trabajo acorde a las necesidades del niño y quizás sea necesaria la aplicación de adecuaciones curriculares. Es fundamental orientar a los padres o tutores respecto al apoyo que pueden entregar y cómo pueden reaccionar frente a la conducta del niño. Si requiere o no medicamentos, va a depender de la decisión de los padres o tutores, de la opinión del profesional que lo diagnostique, de la gravedad de las conductas y de la afectación en el aprendizaje.

Creo que un tratamiento medicamentoso no debe ser recetado para un niño muy pequeño, es preferible iniciar con la aplicación de técnicas que favorezcan el autocontrol, la canalización de la energía, la orientación parental y la realización de actividades que favorezcan la sana relación con sus pares y su familia. Si de pequeño se logra una intervención y un apoyo efectivo, el futuro adolescente y adulto tendrá las herramientas necesarias para enfrentarse a su realidad y ser consciente de sus dificultades y de cómo poder enfrentarlas.


Acerca de la Autora

 

 

 

 

Gabriela Briceño Garay

Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado (c) en Educación Inclusiva.


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