Tenemos la idea equivocada de que los conflictos solo traen cosas negativas y que las discusiones y enfrentamientos en el seno de la familia provocarán la ruptura de esta, pero no siempre es así. Creemos que los conflictos no son saludables, pero significan que la familia está viva, que crece y que sus miembros evolucionan juntos. Lo importante de los conflictos es saber solventarlos y aprender de ellos. El principal problema es que, en la mayoría de casos, no se sabe afrontar estos problemas que surgen en el día a día y que desgastan las relaciones personales.
El problema no es el conflicto en sí mismo, sino la carencia de habilidades en la gestión de los problemas y las situaciones conflictivas. Las personas, por lo general, no estamos entrenadas en la empatía hacia los sentimientos del otro, utilizamos el reproche y la discusión como manera de afrontar situaciones conflictivas. La mediación familiar opta por el diálogo y por la negociación.
Nuestro estilo de vida actual hace que no nos comuniquemos de manera adecuada con los miembros de nuestra familia. Esta falta de comunicación genera los mismos conflictos que una discusión. El no decir lo que se siente en el momento adecuado nos genera un estrés que terminamos sacando en algún momento, sea este el adecuado o no.
Uno de los conflictos familiares más comunes es la lucha de poder entre padres e hijos. Estos conflictos suelen aparecer en la adolescencia y perduran a lo largo del tiempo, causando muchos problemas si no se tratan de manera correcta. Los padres han sido educados para salir victoriosos, tener siempre razón y tener la idea equivocada de que los hijos deben callar sus emociones y no expresarlas prácticamente nunca. Por el contrario, se trata de ser democráticos, consensuar opiniones y puntos de vista y comprender que no pensar igual no debe desencadenar un problema, sino más bien que es algo positivo puesto que se aprende de las opiniones del otro.
Se suele confundir ‘conflicto’ con ‘violencia’, usándose en ocasiones como sinónimos. Hasta tal punto llega la confusión que es muy común oír hablar de ‘conflicto bélico’, cuando las guerras son simplemente una expresión extrema de la violencia. La violencia no es un modo de resolver un conflicto; más bien, todo lo contrario. Cuando se impone el lenguaje de la violencia, lo que se hace es negar el conflicto, se tapa el conflicto.
Quien usa la violencia pretende negar al diferente, lo que busca es ganar o hacerse valer a costa del otro o de la otra. En un conflicto, ambas partes tienen la oportunidad de hablar. En cambio, en la violencia solo una persona tiene la oportunidad de hablar y esa postura no cambia. En los conflictos existe el diálogo, en la violencia predomina el monólogo. Si vemos el conflicto como algo positivo, podremos evolucionar como personas y afrontarlo de manera correcta.
*Aucal Business School oferta el curso de Técnico Superior en Mediación Familiar, en colaboración con la universidad Antonio de Nebrija. Esta formación capacita al alumno para intervenir en el ámbito familiar de manera que pueda indicar unas pautas de intervención que tengan por objetivo llegar a una resolución pacífica de los conflictos que se dan en el seno familiar.
¿ Ves el conflicto como algo positivo o como algo negativo?
¿ Crees que una actitud empática ayuda a la hora de resolver conflictos?
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