La importancia de aprender a decir “no”

Qué difícil tarea para los padres cuando debemos criar y educar a nuestros hijos. Aún más difícil enseñarles a decir “No”, ya que éste término es más complejo. ¿Dónde está el límite al decirles “No”?. Es sabido que mediante la constante repetición, es más fácil que el niño adquiera un hábito o un término: “siéntate derecho, come con la boca cerrada, no hables con la boca llena”…etc. Pero enseñarles a decir No es más difícil y más importante que los hábitos, ya que le repercutirá en su vida adulta en todo orden de cosas. En este artículo damos algunas reseñas interesantes de tomar en cuenta.

¿Cómo aprender a decir “NO”?

Les enseñamos a los niños desde pequeños a compartir sus cosas, con otros niños, los conozcan o no, eso da igual, porque se trata de enseñarles a ser políticamente correctos, pero si analizamos la situación nos daremos cuenta que estamos diciéndoles que hagan algo, casi forzándoles a ello, para una vez pasada la niñez y llegada la edad adulta dejen de hacerlo. Nadie obliga a un adulto a compartir su coche o su móvil con otra persona que no conoce de nada, con amenazas de todo tipo, tal y cual se hace con los niños: si no se lo dejas hoy no juegas con la tablet.

¿Realmente somos consecuentes de nuestros actos o lo hacemos sin pensar, guiados por la necesidad de compostura en la cual se nos adoctrina desde pequeños? Si a un niño no le enseñamos a decir que “no” nunca, hoy le pedirán un juguete pero mañana puede ser otra cosa, porque le estamos enseñando a decir siempre “si” y a ceder, le estamos enseñando que respetar a un adulto es hacer todo lo que el adulto quiera, sea con buenas o malas intenciones. Por no hablar de la frustración que tendrá si nunca se respetan sus decisiones y siempre acaba haciendo lo que los demás quieren o esperan de él. Y un niño frustrado será un adulto lleno de miedos, temores e indecisiones.

Si nos paramos a analizar la mayoría de decisiones que tomamos en nuestra vida nos daremos cuenta que la gran mayoría son fruto de querer quedar bien con el resto, acciones de postureo, por el que dirán, por temor a no ser aceptados si hacemos lo contrario, porque nadie nos ha enseñado a respetarnos a nosotros mismos, para luego respetar a los demás. Y es que como una acción tan pequeña, algo tan insignificante puede llegar a calar tan hondo en las personas.

Consecuencias de no aprender a decir NO

Cuando una persona descubre un buen dia que no tiene ni motivación ni interés por nada, que vive vacío una vida que parece llevada por otros, pero que no se atreve a decirlo, porque es una persona de éxito, a la que todo le va bien, de las que se dice que lo tienen todo para ser felices, ¿cómo afrontar que necesita ayuda para poder sobrellevar su vida? No es fácil, pero el origen seguramente sea querer dar siempre satisfacción a los demás, desde siempre, empezando por sus padres para acabar con sus amigos o pareja en una vida ya adulta.

Curiosos resultan esos talleres que enseñaban a los abuelos a decir que “no” a hijos y nietos, porque hay abuelos que entienden que cuidar de los nietos no puede convertirse en una carga ni en una obligación impuesta, y que incluso te puede anular como persona. Personas que llevan trabajando toda la vida, dándolo todo a los demás y que al llegar a una edad en la cual deberían descansar y hacer cosas que antes no han hecho se encuentran con la situación de tener que renunciar a su vida tal y como habían planeado vivirla. Y con la obligación de tener que hacerlo porque nunca se han negado a nada.

¿En la mayoría de ocasiones actuamos para satisfacer a los demás?

¿Somos esclavos de nosotros mismos?


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