La empatía es una capacidad cognitivo-emocional que permite a cada uno ponerse en el lugar de otras personas y comprender lo que están sintiendo en cada situación y vivencia, además de reaccionar ante esa emoción e incluso, lo ideal, es llegar a sentir lo mismo que él. Estas reacciones varían según la persona y sus experiencias vividas desde la infancia. Por esto es importante fomentar esta capacidad, para lograr un desarrollo emocional integral.
La importancia de la empatía
El aprendizaje de la empatía es un proceso lento ya que, en los primeros años del niño, el egocentrismo es parte de su personalidad normal, en donde siente que todo gira alrededor suyo y lo que está fuera de su entorno prácticamente no existe; además de esto, hay que considerar que el niño tiene una escasa capacidad de comprender los sentimientos de los demás.
A los 3-4 años, el niño comienza a reconocer que sus sentimientos son diferentes a los de otras personas que lo rodean. A partir de ese momento, la empatía cobra especial relevancia, ya que es importante para su desarrollo conductual prosocial, la autorregulación de emociones y las reacciones pasivo/ agresivas.
Gracias a este adecuado desarrollo, podemos visualizar una inteligencia emocional positiva y acorde a lo deseado para que se forme una persona auténtica, que logra identificar sus emociones, manejarlas adecuadamente y relacionarse en forma real con los demás.
Empatía entre los niños
En el transcurso de la escolarización se va desarrollando el juego en grupo, la amistad, los gustos en común y las distintas interacciones que fomentan la empatía y la preocupación por los demás. Así, se amplía el circulo que nos rodea y conocemos otras realidades que nos permiten compararlas con nuestra realidad, identificando lo positivo y negativo. En este aspecto, la familia juega el rol principal para que el niño, futuro adolescente y adulto, reconozca la necesidad de respetar y valorar los sentimientos de los demás, impulsando el concepto de bienestar común y de solidaridad. Luego, el rol de la escuela es reafirmar estos valores, por lo mismo es de vital importancia generar un plan de convivencia escolar que promueva la empatía, solidaridad, inclusión e igualdad.
El concepto de individualismo posee varios significados, desde político hasta económico, pero existe un tipo que se refiere a centrarse en las propias necesidades e intereses y buscar el bien personal por sobre el colectivo. Esto no invalida que sea bueno buscar el propio bienestar y tener aspiraciones sociales, económicas o familiares, sino que debe ser un complemento con reconocer que el bienestar y los sentimientos de los demás tienen igual importancia y que sin esta mezcla equilibrada no podemos mejorar la sociedad positivamente.
Adulto empático
En la sociedad actual, se han generado trabajos de oficina más individuales y con metas propias, las personas son más independientes, no viven completamente de sus familias y existe influencia de factores socioeconómicos.
Aunque esta forma de vivir puede ser genuina, en general los sistemas intentan doblegar a las personas para que comprendan que pensar por sí mismos y buscar su propio bien es un acto déspota. Y no es así, querer perseguir los sueños y no sentirse parte de un grupo es válido, pero constituye falta de solidaridad si se torna extremo y constante en el tiempo. Se puede entender como un acto de autorrealización o como falta de compañerismo, pero va a depender del contexto en el que se aplique.
Por ejemplo, aquellas personas que hablan sólo de sus problemas, sus necesidades, sus logros y no escuchan al resto o no le atribuyen la misma importancia a lo que sucede con ellos, se considera un individualismo negativo. En cambio, una persona que desea el beneficio propio y quiere surgir sin depender de un grupo, es positivo, ya que no hace daño a los demás.
Un adulto empático es capaz de surgir por si mismo y, a la vez, sentir que las demás personas, como individuos y pertenecientes a una sociedad, son igualmente trascendentales emocional y socialmente.
En la modernidad que avanza rápidamente, donde los poderes económicos velan por si mismos, se debe hacer hincapié en el desarrollo desde la infancia, del valor empático, solidario y el beneficio común; así, desde pequeños, los niños se relacionarán en un contexto inclusivo y no se generarán conductas discriminatorias.
Acerca de la Autora
Gabriela Briceño Garay
Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado (c) en Educación Inclusiva.
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