La fluidez lectora es fundamental para alcanzar un óptimo grado de comprensión de lo que se lee y es un aspecto relevante en la infancia para alcanzar los aprendizajes esperados. Muchas veces las estrategias no son eficientes, por lo que es bueno refrescar aquellas que son efectivas en el aula.
¿Qué es la fluidez lectora?
Es la habilidad para leer un texto de manera rápida (automaticidad), precisa (decodificación precisa) y con la expresividad adecuada (entonación). El objetivo es que los alumnos la adquieran, porque permite un nexo entre el reconocimiento de las palabras y su comprensión. La fluidez correcta se adquiere con el tiempo, con la práctica y con una constante retroalimentación.
La fluidez lectora consiste en la capacidad de leer palabras, pseudopalabras y textos, sin cometer errores de manera expresiva y a un ritmo adecuado, de forma que tanto el lector como un eventual interlocutor puedan dedicarse a comprender lo leído (Hudson et al., 2005; Kuhn y Stahl, 2003; National Reading Panel, 2000).
Se consideran entonces componentes fundamentales de la fluidez lectora: la precisión en la decodificación (Hudson et al., 2005), el reconocimiento automático de palabras (Hudson et al., 2005) y su lectura expresiva o prosódica (Miller y Schwanenflugel, 2008).
Los niños con dificultades de fluidez en la lectura pueden llegar a experimentar tanto dificultades de comprensión como otros trastornos específicos del aprendizaje (Chall, Jacobs y Baldwing, 1990; Lyon y Moats, 1997; Miller y Schwanenflugel, 2008).
La importancia de la fluidez
Un lector fluido no tiene que parar para “descifrar” cada palabra. Más bien, puede leer la mayoría de las palabras automáticamente. Esto significa que el lector puede centrar su atención en el significado del cuento o el texto. Por ese motivo, la fluidez tiene una importancia central: Es el puente entre descifrar palabras y comprender lo que se ha leído. Además, es un componente de una lectura eficaz.
Metodología y estrategias para la fluidez lectora
La acumulación de experiencias lectoras es la metodología mas utilizada para abordar la fluidez, por esto buscaremos que los niños se enfrenten permanentemente a diferentes rutinas de lectura: lectura comentada, diaria, personal, común, compartida, comprensión lectora y trabajo de fluidez.
La acumulación de experiencias lectoras hace referencia a la exposición de los niños a diferentes situaciones que involucren la lectura, abarcando diversos objetivos, variando los materiales y adecuándose a la edad cronológica y a los gustos de los alumnos.
Una técnica común que se utiliza para esta metodología es la lectura repetida y monitoreada que apunta a mejorar la calidad de la lectura en términos de automaticidad, decodificación precisa y entonación.
Para lograr un proceso exitoso es importante:
- elegir un texto de no más de dos o tres minutos,
- realizar una predicción de la historia a partir del título,
- el docente debe modelar la lectura cuidando su entonación y dicción,
- que los niños repitan en voz alta el texto lo mas fluido posible, siempre y cuando el alumno no presente necesidades educativas especiales que dificulten este punto y que debe ser trabajado con un/una especialista.
Algunas estrategias de lectura repetida son:
- lectura por turnos: el profesor lee primero el texto, luego los alumnos leen por turno, esto ayuda a que estén atentos a lo que un compañero lee (no exponer a aquellos que presentan dificultades para leer en voz alta).
- Lectura en coro: el profesor lee el texto en voz alta como modelo de fluidez lectora, luego los alumnos al unísono o en pequeños grupos deben leer lo más fluidamente que puedan, tomando en cuenta la edad, la madurez y los aspectos individuales de cada uno de ellos.
- Lectura teatral: luego de leer una historia narrativa o dramática, se realiza una lectura de diálogos entre los niños.
Si detectamos que nuestro hijo o alumno manifiesta dificultades de fluidez o entonación en la lectura es esencial descifrar el origen de las mismas. En algunos casos, es probable que una menor fluidez se deba a escasa práctica y, por ende, menor automatización de los procesos lectores. En estos casos, la práctica repetida puede resultar suficiente para solventar los problemas de fluidez.
En los casos en los que no se de esta circunstancia, es esencial acudir a un especialista que pueda valorar e intervenir de forma específica sobre las dificultades lectoras del niño.
Es importante que estas estrategias se utilicen para practicar y que los alumnos no sientan que están siendo evaluados constantemente, así las pueden ver como un juego (según el planteamiento del docente) o como una práctica habitual, quitando el estrés a aquel niño que puede sentir que su lectura no es buena y se frustre al intentarlo.
La motivación y la valoración del esfuerzo de cada niño es fundamental para lograr los objetivos, al igual que la creatividad y originalidad del docente para realizar las actividades lectoras en el aula.
Fuente utilizada en este artículo:
https://psisemadrid.org/fluidez-lectora/
Acerca de la Autora
Gabriela Briceño Garay
Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado en Educación Inclusiva.
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