“Ojalá hubiéramos tenido una guía de cómo educar a nuestros hijos”. Este es el pensamiento de muchos padres ante la cantidad de libros y posibilidades de instrucción sobre el tema que existen hoy en día. Pero la realidad es que a pesar de todo este material que tenemos al alcance de la mano, parece que no existe una regla universal sobre la crianza de nuestros polluelos. ¿O sí?
Manual de los buenos padres
La respuesta es no. Nadie puede enseñar a nadie a ser buen padre, hay que dejar que las situaciones vayan fluyendo. En la mayoría de ocasiones las circunstancias mandan y lo que funciona con un niño puede que no funcione con otro.
El temor a ser unos malos padres es algo que acompaña a todo padre primerizo, puesto que no es tan sencillo como seguir un manual de instrucciones.
En muchas ocasiones a lo largo del camino de la paternidad todos los padres se encuentran con situaciones en las cuales tienen que hablar con sus hijos, exigirles responsabilidad ante un determinado hecho o simplemente llevarles por el buen camino.
Es entonces cuando se puede llegar a entrar en conflicto: decir lo que está bien o callar ante el temor a ser visto por los hijos como enemigos. Y es que si algo hay que tener claro es que un padre no es un amigo de sus hijos, sino un adulto que le debe guiar en el camino de su vida.
Muchos padres tienen miedo de que sus hijos puedan llegar a tener una mala reacción ante algo que los progenitores dicen que debe hacer, algo relacionado con las tareas de la casa o del colegio.
Este tipo de temores son infundados, porque por mucho que se intente llevar a cabo una crianza respetuosa, está claro que se deben tener unas normas mínimas, será beneficioso para su desarrollo y a largo plazo los niños lo agradecerán.
Si trasladamos esta misma situación al mundo de los adultos nos daremos cuenta de que no vivimos sin límites, sería impensable.
Gestionar bien las discusiones enriquece
¿Qué ocurriría si todo el mundo hiciera lo que le diera la gana, sin temor a las represalias? Viviríamos en un mundo de caos total.
No es necesario tampoco recurrir a los gritos ni a los golpes para decir las cosas, es mejor mantener la calma.
Van a ser muchas las situaciones en las cuáles se pueden perder los nervios, pero tampoco será el mejor camino, porque se convertirá en una situación cíclica: niño alterado y padres sin poder controlar ni el comportamiento del niño ni el suyo propio.
Y es que nadie prepara para ser padre. Podrás escuchar experiencias de otros, pero nunca será como vivirlas en persona.
Hay situaciones concretas que pueden desestabilizar la armonía familiar por completo, y lo que está claro es que ambos progenitores deben estar unidos y remar en la misma dirección, porque de no ser así lo único que se conseguirá será aumentar el problema.
Es fundamental que los padres hayan trabajado la comunicación con sus hijos desde pequeños. Por supuesto que habrá épocas como la adolescencia en las cuáles el menor tendrá más reparo en contar cosas a sus padres, pero si está acostumbrado a mantener continuos diálogos con ellos, volverá a hacerlo.
¿Los niños necesitan y agradecen los límites?
¿Los hijos necesitan tener la confianza de sus padres?
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