Muchas familias, en algún momento de la vida escolar de sus hijos, se plantean si cambiarlos de colegio o no. Esta es una difícil decisión. Dicen que los españoles somos bastante fieles a los diferentes servicios de los que somos usuarios y no sabemos si por pereza o por otros motivos no nos resulta fácil cambiar, a pesar de no terminar de estar satisfechos.
Los hechos que motivan este cambio pueden ser desde que el menor no esté a gusto en el centro (por acoso de su grupo de iguales, por no ser comprendido por el profesor, no ser capaz de seguir el ritmo marcado,…) hasta que sean los progenitores los que detectan que algo no funciona del todo bien. Algunas familias notan que el proceso de enseñanza y aprendizaje lo llevan a cabo ellos y no el profesorado.
La excesiva carga de deberes escolares que los menores deben hacer en casa no ayuda mucho puesto que los padres ven cómo recae sobre ellos el que sus hijos evolucionen o no de manera correcta en sus estudios.
Existen una serie de falsas creencias por parte de las familias que hace que muchos padres seáis reacios a llevar a cabo el cambio de centro. El temor a que el niño no se adapte al cambio o lo que puede suponer separarse de sus compañeros es quizás la razón que más echa para atrás el tomar la decisión.
Si bien existen casos en los que esto ocurre, la mayoría de los niños se adapta bien a los cambios. Es más, se adaptan mejor cuanto más pequeños son puesto que aún no tienen definido del todo su grupo de amigos. En la adolescencia las dificultades son mayores y la reticencia de los menores a cambiar su círculo de amigos, también. A esa edad es más difícil encajar en un nuevo grupo de amigos y la pandilla ya establecida tampoco aceptará de buen grado a un nuevo miembro.
El niño tiene que ser partícipe de ese cambio puesto que su decisión deberá ser tenida en cuenta en todo momento. Se cree que todos los colegios son iguales, pero no es así. No existe el colegio perfecto, es más, el colegio perfecto es aquel que se adapta a tus diferentes necesidades y en el que las familias se encuentran bien. Así de simple.
Es muy importante no temer que el centro se lo tome a mal o que lo experimente como una desconsideración. Al fin y al cabo, se debe buscar lo que puede ser mejor para el niño. Para ello existe la figura del orientador, un profesional que puede formarse con Aucal gracias al Máster en Orientación Educativa y Psicopedagogía, que está dirigido a profundizar en los aspectos que influyen en la etapa educativa con el fin de llevar a cabo medidas de actuación específicas.