No son delincuentes ni peligrosos ni irrecuperables. La mayoría de los chavales que ingresan en centros de internamientos para menores son víctimas de la injusticia social.
El tratamiento a los menores delincuentes ha cambiado considerablemente en estos últimos años, pues hasta no hace mucho eran internados en cárceles, obligados a cumplir condenas de adultos con sus cuerpos y mentes de niños. Se estimo que los menores de edad no debían estar en cárceles, con delincuentes de todo tipo, sino que deberían cumplir sus condenas en centros donde hubiera chicos de su misma edad. Y ya dependiendo del delito cometido estarían en un régimen u otro. La idea era buena, puesto que las cárceles aportaban más cosas negativas que positivas, y de lo que se trataba era de tratar de paliar al máximo las secuelas futuras de un internamiento forzoso.
Se cambio el termino reformatorio y se empezó a emplear el más apropiado para estas circunstancias: centros de internamiento. Se pensaba quizás que suavizando el nombre cambiaria la perspectiva y enfoque que se le estaba dando.
Sin duda el internamiento en estos centros puede ser más que positivo para quien no tiene delitos de sangre o delitos muy graves; para esos chavales que un día deciden traficar con drogas paras sacar un dinero, que roban para llevar comida a su casa…. porque en estos centros van a llevar un vida más ordenada y los van a encaminar hacia un futuro mejor. Para quien comete delitos más graves el proceso es largo y deben poner mucho e su parte puesto que el cambio es mas grande. La gran mayoría entran en régimen semiabierto. Con ellos se hace una labor de educación y de inserción en la sociedad con los medios que los educadores tienen al alcance, que no siempre son los adecuados al existir tantos perfiles diferentes . Sin embargo, esta labor se ve interrumpida cuando los menores cumplen los 18 años y la ley les deja desamparados. Es un salto al vacío de los menores con problemas que de un día para otro se convierten en adultos sin serlo, y lo más probable es que acaben en una cárcel, dada su condición de adultos marcada por la edad.
La mayoría de las penas impuestas a los menores condenados no son privativas de libertad, es decir, no van a centros de menores. Las penas más habituales consisten en libertad vigilada y servicios a la comunidad. El menor debe saber aprovechar la oportunidad que se le brinda. Desde los centros se hace lo que se puede, pero el sistema se queda cojo. No basta con tener una buena ley si no se ponen medios para llevarla a cabo, y es lo que ocurre en este momento.
No sabemos el que , pero esta claro que algo falla. Puede que las estadísticas en cuanto delitos cometidos por menores haya descendido, pero todavía es muy alto el porcentaje de menores que han pasado por un centro de internamiento y que luego acaban en la cárcel.
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¿ El delincuente nace o se hace?
¿ Qué es lo que falla en los centros de internamiento de menores?
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