Tendemos a proteger a los seres queridos, y especialmente a los más pequeños o vulnerables de la casa, como por ejemplo, ante situaciones complicadas, como puede ser una separación conyugal. Aquí analizaremos las consecuencias en los niños de las mentiras que puede haber en una separación.
El mensaje de la mentira
Los niños, desde muy temprana edad, son capaces de percibir el estado emocional en el que nos encontramos, por lo que aunque le mintamos, sabrá que algo malo está sucediendo. Al mentirle, aunque sea intentando protegerle, le dejamos sólo con su temor y su angustia, y le trasmitimos el mensaje de que hay cosas de las que no se debe hablar. Y lo que no se habla no cae en el olvido, al contrario, queda enquistado de por vida.
En cambio, si le contamos la verdad con un lenguaje que pueda comprender, de manera calmada, y omitiendo detalles escabrosos que nada aportan a la situación le damos la oportunidad de buscar nuestro consuelo, de aclarar sus dudas, y de sentirse seguro y protegido con nosotros. No se sentirán engañados.
Ante una separación, los niños también tienen cosas que decir, puesto que es su familia la que se rompe, las cosas que cambien también cambian para ellos, puesto que su día a día se verá inevitablemente perturbado. Y es que la experiencia nos dice que siempre es bueno ir informando a los menores lo que ocurre en su familia, si los padres tienen problemas y los hijos lo saben desde el principio, no perderán la confianza cuando finalmente llegue el divorcio.
Reacción de los niños ante el divorcio
Lo normal es que los niños reaccionen al divorcio con ira, dolor o depresión. Un niño que no muestra sentimientos ni reacciones necesita ayuda para expresar lo que está ocurriendo en su interior. Si se trata de niños más pequeños pueden mostrar un comportamiento regresivo, retrocediendo a estados anteriores de desarrollo y, por ejemplo, volver a hacerse pis encima.
Los niños hasta los nueve años son muy vulnerables; todavía no son maduros para comprender lo que está pasando, pero son lo bastante mayores para saber que está ocurriendo algo muy desagradable. Todavía dependen mucho de los padres ,y les será difícil hablar sobre sus emociones. Pueden reaccionar enfadándose, o comportándose de modo diferente en la escuela.
El divorcio de unos padres es un proceso por el cual deberán pasar los menores cuando ya todos los intentos de reconciliación han fallado, y si bien no se evitará el dolor que sentirán, se intentará siempre que lo noten lo menos posible; porque su mundo son sus padres y la seguridad que estos le apartan, y si eso se rompe creerán que no les queda nada más.
Y es que todo cambio es duro, para adultos y niños, y ante la imposibilidad de que no ocurra, se debe intentar minimizar consecuencias o transformarlas en puntos positivos, dentro de las posibilidades.
¿Se debe informar a los niños de un divorcio o es mejor ocultarlo?
¿Se debería de tener más en cuenta la opinión de los hijos de padres separados?
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