Hoy en día, son muchas las parejas que optan por separarse o divorciarse cuando la convivencia o las expectativas futuras no son compartidas por ambos. Una situación que se agrava en el caso de que la pareja que se disuelve tenga en común hijos menores de edad. Es entonces cuando un mediador familiar puede ayudar mucho a la familia que se rompe. Hace unos años, en los casos de divorcio intervenían psicólogos o demás profesionales de los distintos departamentos de Atención al Menor. Son figuras que siguen existiendo, pero que han ido dejando cada vez más protagonismo a los mediadores familiares, de hecho, esta es la situación idónea para la intervención de estos profesionales.
Hasta hace bien poco, en los casos de separación era la madre la encargada de quedarse con los hijos, y ,casi siempre, en el domicilio compartido hasta el momento de la ruptura. Esto ha cambiado mucho y hoy en día hay cada vez más casos de custodias compartidas, los niños reparten su día a día entre padre y madre. Este tipo de situaciones suelen crear más discusiones entre los padres y causan más estrés a los niños. Los pequeños se ven en la ‘obligación’ de satisfacer a ambos progenitores y eso, sumado a las continuas idas y venidas de domicilio en domicilio, provoca que los menores vivan situaciones inadecuadas para su edad.
Está claro que los hijos necesitan pasar tiempo con cada uno de sus progenitores y cuando un juez dicta sentencia en un caso de divorcio, tiene siempre en cuenta el interés del menor por encima de todo. En ocasiones y si la edad y características de los menores lo permiten, el juez mantiene una reunión con los hijos para conocer su opinión y su punto de vista. Pero que se favorezca al menor no quiere decir que la situación sea sencilla para todos.
Los menores necesitarán un tiempo de adaptación, hablar con ambos progenitores para llegar a comprender la situación, para encontrar su lugar en la nueva vida de sus padres. Los padres estarán inmersos en otras cosas derivadas de la separación y no serán los más indicados para hablar con sus hijos.
Un mediador familiar recomendará, siempre que sea posible, que los hijos no deberían abandonar nunca el domicilio conyugal, siendo los cónyuges los que deben procurarse un domicilio alternativo en los períodos en los que no les corresponda estar con ellos. Se trata de intentar que los menores dejen de convertirse en ‘niños maleta‘, instalándose continuamente en una casa o en otra. Deberán ser los progenitores los que, de mutuo acuerdo, establezcan los períodos de convivencia, en función de sus circunstancias personales y siempre pensando en el beneficio del menor. No tienen por qué ser periodos de 15 días con uno y 15 días con otro.
Los niños que viven bajo custodia compartida deben crecer en un entorno familiar en el que el diálogo esté siempre presente, las partes implicadas deberán optar por la cooperación, consensuando siempre los límites y recompensas. Los mediadores familiares siempre dirán que el cuidado de los hijos no es un derecho, sino una obligación de los progenitores y deberá exigirse siempre su cumplimiento.
La custodia compartida sigue teniendo sus defensores y sus detractores y, a ese respecto, los mediadores la recomendarán, alegando que, cuando alguien se queda los hijos, la casa y la pensión, germina la idea de que existe un ganador y un perdedor en el proceso y esto genera mucha tensión entre los excónyuges .
En España quedan muchas cosas que cambiar a este respecto, sobre todo, tratar de corregir los defectos, la rigidez y el automatismo para que puedan pactarse más regímenes de custodia compartida pues, como es natural, las partes contendientes aspiran muchas veces a la custodia exclusiva porque lleva aparejada la atribución del uso de la vivienda.
A pesar de ello, la mediación sigue siendo una gran desconocida por lo que se debería trabajar para darle una mayor difusión social a través de los medios de comunicación, charlas informativas, etc. que permitan a los ciudadanos conocer el funcionamiento de esta útil herramienta como vía de solución de conflictos.
* Aucal Business School recomienda el curso de Técnico Superior en Mediación Familiar, en colaboración con la universidad Antonio de Nebrija.
Esta formación tiene como objetivo dotar a los alumnos de la capacidad de intervenir en los conflictos familiares para llegar a una resolución pacífica de los mismos. El curso tiene una carga lectiva de 12 ECTS y se imparte en modalidad online.
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Nos vamos a divorciar de mutuo acuerdo y mi hijo tiene 15 años y quiere vivir conmigo, pero tambien quiere ver a su padre cuando el quiera y nosotros estamos de acuerdo.tendra q pasarme dinero por mi hijo?
En estos días me he quedado alucinado con la noticia que he leído y escuchado en los medios de comunicación de que los jueces del tribunal Supremo dictamen una sentencia a favor de un hombre, qué raro, ¡aleluya!… por que una vez separado se negaba a pagar su propia vivienda en la que no podía vivir, sobre todo la hipoteca incluso gastos de los suministros de luz, gas, calefacción y comunidad, porque el amante de su exmujer viviera y durmiera en su propia cama de su casa gratis, a costa suya… La ley obliga, creo que injustamente, que el hombre mantenga a su exfamilia, pero también obligaba a que lo hiciera con la nueva pareja de su exesposa, algo increíble, con la mujer que tuvo que es una extraña para él y los hijos aunque no tenga trato ni relación absoluta con ellos, es decir, con una señora que conoció en la calle. Eso supone un coste económico y emocional que no tiene precio para los hombres, dejándoles marcados de por vida, por la impotencia y el sufrimiento que padecen.
Me parece de un cinismo inaguantable algo así, cuando durante 40 años de ley del divorcio se hayan desalojado a millones de hombres de su hogar a la fuerza, y ahora vengan con éstas, a bombo y platillo, ya que son escasas las mujeres que han perdido su casa comparativamente, por la supuesta defensa total del menor al que consideran inferior, sin importar dónde iba a vivir el exmarido expulsado, si tenía casa propia donde estar y recursos suficientes para rehacer su vida, encontrar otra mujer y tener una estabilidad amatoria y sexual, la mayoría iban a casa de las madres, si vivían todavía, si no a lo ancho de la calle, no les quedaba otra, porque carecían de ingresos para mantener dos casas abiertas, porque generalmente ya se sabe que los sueldos en este Estado son generalmente muy bajos para los asalariados. Una injusticia que fue aceptada socialmente, que se ha mantenido durante décadas, que ha llevado a centenares de miles de hombres al suicidio, a infartos, cánceres y enfermedades mentales, conozco varios casos, por no aceptar un atropello así… Y ahora vienen diciendo que hay que demandar, lo que supone un gran gasto en abogados, muy pocos pueden acceder a la justicia gratuita, tienen que ser muy pobres, carecer de vivienda propia y ganar una miseria, por que una ley injusta genera multitud de conflictos y líos, violencia de género y muertes, y estos, en río revuelto, ganancia de pescadores.
Esta ley de divorcio ha dado pie a que la mujer sea infiel en masa, conozco muchos casos de mi familia, de amigos y conocidos, y de mí mismo, a que haga lo que quiera con su vida y su cuerpo cuando quiera, el adulterio no es delito, porque sabe, que pase lo que pase, expulsan a los hombres por sistema sin importar lo que haya sucedido, si tienen razón o no, lo más fácil para los jueces, ya que se va a quedar en la inmensa mayoría de los casos las madres, con la custodia de los hijos, el hogar conyugal en usufruto durante lustros, y las pensiones de alimentos y compensatorias… y la violencia de género con decenas de mujeres muertas al año en manos de sus parejas masculinas, una cincuentena de media, como una especie de daño colateral reducido, porque más de cien mil mujeres se benefician al año por una normativa así de injusta contra el hombre.
¿A qué ha conducido una ley injusta de separación conyugal y de divorcio? Pues a que se haya reducido a menos de la tercera parte el numero de bodas al año, preguntad al párroco de vuestro barrio, comparado con los matrimonios que había hace 40 años, es decir, a que se haya destruido la familia, a millones de niños sin padre, y a que la natalidad haya bajado a menos de la tercera parte, y a que se tenga uno de los Estados del mundo con menor natalidad, con un índice de 1,25 por pareja, ni siquiera se repone a la gente, que es por los inmigrantes sino sería más bajo aún, y hayan venido en consecuencia más de 5 millones de ellos a trabajar…
Ningún hombre se quiere casar con una mujer en estas condiciones, y menos todavía responsabilizarse de hijos habidos, porque sabe a ciencia cierta que cuando la mujer se le antoje, o que tenga que aguantar muchos cuernos durante años, está en la puñetera calle y con un redución sustancial de su salario.
Qué conste que no justifico la violencia contra las mujeres en el matrimonio, pero que una ley injusta exista, propicia los malos tratos y la muerte de mujeres en manos de los hombres… Es triste llegar a tal punto, de no implicarte en una relación pensando en las consecuencias de una separación o divorcio. No es un problema de raíz en la mujer, no. La cuestión parte de las leyes que existen que generan discordias y disputas, ahí está el dilema, que benefician a colectivos que viven de estos problemas, pero no a la ciudadanía en general. ¿Qué beneficios aportan al estado actual que esto continúe vigente para la resolución de conflictos? Ninguno a mi entender. Siento pesadumbre porque así no se da pie a una relación positiva. Te pueden esos aspectos inciertos, inseguros y dudosos de entrada, y cierras las puertas al amor definitivamente…
ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©
Muchas gracias Arturo por tus palabras y sinceras reflexiones para nuestra comunidad. Te enviamos un abrazo