Las barreras arquitectónicas presentes en muchos edificios hacen muy dificultoso su acceso para todas aquellas personas que, por un motivo u otro, padecen de movilidad reducida.
Los derechos de las personas se asientan en la dignidad humana y ésta debe ser igual para todas ellas, por lo que las desventajas que una persona con movilidad reducida experimenta en su día a día deben ser cada día menores, hasta conseguir extinguir todas las trabas y crear una sociedad sin barreras.
Pero ¿qué ocurre cuando además las barreras arquitectónicas impiden a niños acceder a sus colegios, escuelas o centro educativo de cualquier tipo? Ya sucedió a principios del mes de abril de este año en la Escuela Oficial de Idiomas de Segovia. En esta escuela fueron múltiples las quejas de alumnos que señalaban la imposibilidad de acceder a las aulas si no era a través de las escaleras, algo que obligó a abandonar el curso a varios alumnos.
Deben ser las instituciones responsables de los entornos las que tengan la obligación de hacerlos accesibles para todas las personas, facilitando la igualdad de condiciones con el resto de ciudadanos.
Esto es algo que ya está sucediendo en colegios como el CEIP de Sierra Bermeja, en Estepona, donde han aprovechado las vacaciones escolares para realizar obras para mejorar la accesibilidad y la seguridad de los escolares y el resto de los usuarios.
No podemos permitir, como sociedad, que los menores con movilidad reducida no puedan acceder a las aulas, pero tampoco podemos pasar por alto a los mayores y adultos. Todos tenemos derecho a educarnos y que no se nos pongan trabas para ello.
En este sentido, es momento de crear una conciencia colectiva y de romper una lanza a favor de la mejora de la accesibilidad en los edificios, sean del tipo que sean y así cumplir con los derechos de las personas con movilidad reducida, que son los mismos que el resto de los ciudadanos y deben contar con las mismas garantías.