La agresividad forma parte de nuestra vida queramos o no; la rabia que sentimos en ocasiones ante determinadas situaciones, nos hace actuar de forma violenta; pero la rabia, esa emoción tan normal y pasajera, no tiene que ser negativa siempre que se sepa gestionar de manera adecuada. Es decir, es reacción normal de nuestro cuerpo, que puede ser un problema si no sabemos controlarla o adecuarla a la situación. Nosotros como adultos ya hemos tenido tiempo de afrontarla y superarla en cierta medida, pero los niños no, debemos enseñarles a hacerlo. ¿Cómo no sentir rabia cuando alguien te quita tu juguete favorito?
La ira es muy importante, ya que hace al ser humano evolucionar; cuando no conseguimos nuestros objetivos y nos enfadamos con nosotros mismos, esta emoción nos da fuerza para luchar más intensamente por lo que queremos y nos ayuda a superarnos. Es muy importante que enseñemos a los niños a no ignorarla ni a reprimirla, puesto que es algo positivo que les hace ir avanzando en la vida y en la consecución de objetivos.
Como hemos dicho anteriormente los adultos deberían estar ya entrenados en el control de emociones, aunque ante determinadas situaciones se nos olvide, pero es que con los niños no vale el “haz lo que yo diga y no lo que yo haga”. Si queremos que nuestro discurso de sus frutos no podemos chillarles en vez de dialogar, puesto que no estaremos predicando con el ejemplo.
A medida que crecen, los niños saben expresar verbalmente su malestar ante algo, cuando son más pequeños los expresan con gestos, también empiezan a desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro, adquiriendo la empatía tan necesaria para poder comprender mejor el efecto de sus actos y palabras en los demás.
Muy importante también resulta el no etiquetar al niño “eres un pegón”, puesto que no avanzaremos nada al comprender el niño que debe actuar tal y como se espera de él. Su autoestima se verá fuertemente dañada y los logros qué queremos conseguir tardaran más en dar resultados.
Todos los niños son unos “pegones en potencia”, porque si no se les dirige de manera adecuada sus pasos irán mal encaminados; se trata de minimizar riesgos, de hacer que no sientan la necesidad de utilizar la violencia para resolver conflictos entre iguales. Muchos padres cometen el error de proteger a su hijo y acusar a los otros, negando las responsabilidades que pudiese tener. Negarlo e intentar taparlo no hará que el problema desaparezca, la única solución es ponerle remedio a tiempo.
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¿Consideras que vivimos en una sociedad demasiado violenta?
¿Sabemos los adultos gestionar nuestras emociones de manera adecuada?
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