La inclusión de niños sordos es un asunto que sigue al debe. Generalmente, (quizás dependiendo del país) estos alumnos asisten a escuelas especiales, donde la inclusión real no se consigue, entonces ¿Qué hace falta para lograrla?
¿Qué es la lengua de señas?
Lo primero que quiero señalar, es que el término correcto es “lengua” no “lenguaje”. El lenguaje es la capacidad o facultad humana para comunicarse. La lengua es un sistema de códigos determinado de una comunidad, por lo tanto, la lengua de señas es el sistema de la comunidad sorda.
La lengua de señas o de signos es la lengua natural de expresión y configuración gesto-espacial y percepción visual gracias a la cual los sordos pueden comunicarse con su entorno social. Se basa en movimientos y expresiones a través de las manos, los ojos, el rostro, la boca y el cuerpo.
Hoy en día, existen varias lenguas de señas que difieren entre sí tanto en el léxico (conjunto de señas o signos gestuales) como en la gramática, y que son originarias de la lengua de señas francesa, británica y alemana entre otras.
Los sistemas de lengua de señas contemplan un sistema de alfabeto dactilológico, es decir, un alfabeto señado y su estructura implica que la traducción nunca será literal pues tiene una sintaxis distinta al lenguaje oral.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 23 de septiembre de 2018 como el primer Día Internacional de las Lenguas de Señas, para aumentar la conciencia pública y sensibilizar sobre su importancia vital para los derechos fundamentales.
Se trata de una victoria simbólica para las comunidades de sordos de todo el mundo, recomendada por la Federación Mundial de Sordos y el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
El derecho fundamental a la Educación
Cumplir con los derechos de los niños Sordos parte por asegurar el acceso a la enseñanza de la lengua de señas desde pequeños, para que aprendan a comunicarse con su entorno, además, deben tener el acceso a recibir la educación mediante su lengua de origen, tal como la reciben aquellos que utilizan las lenguas orales.
Los niños sordos tienen derecho a una educación de calidad, como el resto de niños, en un lenguaje y un entorno que maximice su potencial. En todo el mundo, a los niños y los jóvenes sordos a menudo se les niega la educación, incluso en lengua de señas. Existe una carencia de profesores con una buena formación en el lenguaje de señas y, en muchos casos, los padres no saben que sus hijos tienen derecho a ir a la escuela y que pueden aprender si reciben el apoyo adecuado.
Esta lengua, en muchos países – por no decir la mayoría – no forma parte del plan de estudios de las pedagogías que imparten las universidades, generando un déficit de profesores con manejo de esta lengua, dejando sin otra opción a los padres de niños sordos, de inscribir a sus hijos en escuelas especiales, que, aunque es una buena educación, no permite la inclusión real. Por otra parte, el docente que quiera aprender la lengua de señas, muchas veces debe pagar por acceder a un programa de enseñanza especializado, ya que, el Estado, en muchos lugares ofrece perfeccionamiento gratuito, pero solo en nivel inicial y generalmente con cupos anuales limitados.
Legua de señas y sociedad
Existen muchos ámbitos sociales aparte del educativo, en donde es necesario que las personas sin sordera manejen, aunque sea lo básico de la lengua de señas. En consulta con las personas sordas y con problemas de audición y las organizaciones que las representan, los gobiernos deberían proporcionar acceso a la interpretación profesional de la lengua de señas en el ámbito de los servicios públicos, como la atención médica y el sistema de justicia. Creo que la sociedad no derriba las barreras que dificultan la inclusión de personas sordas, si siempre deben ir acompañadas con un intérprete o familiar que las ayude a comunicarse con los demás.
El cambio social que permitirá la inclusión, es que todos los niños, desde pequeños, aprendan esta lengua, así entenderán con normalidad esta forma de comunicación, generando espacios inclusivos y, además, en un futuro, serán adultos empáticos y comprensivos de las capacidades diferentes.
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Acerca de la Autora
Gabriela Briceño Garay
Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado en Educación Inclusiva.
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