La inmigración ha sufrido muchos cambios en los últimos años. En la época de la posguerra, eran los españoles los que salían fuera en busca de unas mejores condiciones de vida. Poca era la gente que acudía a nuestro país, la situación económica y social no acompañaba, la gente se iba para mejorar, no para pasar más penurias. Pero en los últimos años, España ha sufrido muchos cambios a nivel económico, el país ha crecido y se ha expandido a niveles inimaginables hace 50 años.
Uno de los fenómenos que se observa últimamente es que ya no viene la unidad familiar, sino que lo normal es hacerlo por partes, es decir, primero acude el padre o la madre para poder abrir camino e ir trayendo familiares. Hay familias que no pueden permitirse que uno de los adultos salga fuera porque son el sustento de esta o por el cuidado de los hijos, y lo que hacen es enviar a uno o a varios de sus hijos, solos, sin la compañía de un adulto, sea familiar o no.
Lo hacen a la desesperada, para poder sacarlos de la penuria de su país. Normalmente, se trata de países con conflictos bélicos, donde los menores acabarán delinquiendo o viviendo en la calle. Y aquí está lo anecdótico de estos casos: estos menores no acompañados tienen una alta probabilidad de acabar así, justo como sus familias pretenden evitar.
En la actualidad, esto constituye una grave preocupación para las Administraciones y para las diferentes ONGs que trabajan en esta problemática social y puede decirse que es uno de los principales retos con los que se enfrenta la política migratoria española y el conjunto de la sociedad.
Las medidas que se plantean actualmente son dos: repatriarlos o acogerlos en centros hasta decidir qué hacer con ellos. Ninguna de estas dos medidas parecen suficientes para frenar la llegada de menores o para conseguir que no acaben en malas manos una vez se establezcan en nuestro país. Más que insuficientes parecen medidas inadecuadas.
Estos menores corren el riesgo de sufrir exclusión social, se ha decidido que se queden para vivir una vida mejor que la que tendrían en su país de origen, pero si no encuentran una familia que se haga cargo de ellos, vivirán en el centro hasta que cumplan la mayoría de edad.
Las ONGs que gestionan los programas de intervención con menores no acompañados se encuentran sin recursos ni personal puesto que la Administración delega en ellas sin facilitarles todo lo necesario para cumplir con estos objetivos.
Ante esta situación, los menores verán la delincuencia como única salida. En el caso de las niñas, podrán caer en manos de mafias que se dedican a vender o prostituir a las menores. Tenemos un grave problema, pero no por los resultados que se obtienen, sino porque miramos para otro lado. Por eso Aucal dota a sus alumnos de las técnicas de identificación y de identificación para resolver estas situaciones de conflicto gracias al máster en Intervención Social con Menos en Riesgo de Exclusión.
¿Qué medidas que pudieran ser más efectivas se podrían adoptar con estos menores?
¿El cierre de fronteras frenaría el flujo migratorio?
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