Acoso escolar

Acoso escolar: detección y actuación en la escuela

El factor de prevención es fundamental para evitar conductas negativas entre los estudiantes. En el artículo anterior, mencionamos algunas acciones concretas para lograrlo, pero muchas veces, estas acciones no son suficientes o no les damos la relevancia que merecen y se llega al momento de detectar el acoso y debemos tomar medidas frente a esta problemática lo más rápido posible.

Una escuela preparada

Antes de revisar las acciones para detectar un caso de bullying, es necesario que el establecimiento se pregunte si está preparado para enfrentarlo y si está claro el protocolo de convivencia escolar. Para esto, es preciso que los involucrados en actuar frente a este tema, respondan algunas interrogantes:

  1. A) Herramientas institucionales:

– ¿Tenemos vías de comunicación abiertas y confiables para la comunidad educativa?

– ¿Usamos herramientas diagnósticas periódicas del grupo y del clima del centro, como medida preventiva?

– ¿Realizamos una observación constante de las relaciones e interacciones de los grupos?

– ¿Tenemos una participación activa a nivel de centro en las redes sociales?

– ¿Hay un modelo de evaluación para valorar si estas herramientas preventivas son suficientes en la detección?

– Nuestra comunidad, ¿conoce detalladamente los protocolos de convivencia escolar?

 

  1. B) Canalización de la información:

– ¿Existen canales y/o espacios para informar en forma efectiva a todo el equipo docente?

– ¿Tenemos una persona encargada de activar los protocolos?

– ¿Esta persona está formada específicamente en la detección y tipificación de bullying?

– ¿Disponemos de un equipo de intervención adecuado y preparado?

 

  1. C) Intervención:

– ¿Quién hace la redacción de un informe del caso para realizar el seguimiento?

– ¿Quién realiza la identificación de roles?

– ¿Tengo recursos para detectar la presencia de un círculo de apoyo al alumnado?

Acciones para detectar el acoso escolar

 La primera acción necesaria, es observar las dinámicas de grupo, tener claro los roles que poseen los estudiantes dentro del aula, conocer las personalidades y cómo interactúan entre sí. Esto, permitirá reconocer algunas conductas fuera de lo esperado, cambios de actitud de algún alumno, ausencias reiteradas a la escuela, aislamiento, agresividad, etc. Para observar con mayor precisión, debemos conocer las características de los agentes involucrados en un caso de acoso: el agresor, la víctima y el espectador.

El agresor, generalmente utiliza conductas negativas para mantener su poder estatus dentro del grupo, puede agredir con burlas solapadas, golpes, humillaciones, rumores, etc. Además, se puede sumar a esto, posibles problemas psicológicos o familiares que pueden influir en su conducta, en la impulsividad y en su falta de empatía. En algunos casos, se puede detectar un bajo rendimiento académico y escasa autoestima, por lo que necesita sobresalir utilizando otros medios no adecuados.

La víctima, en muchos casos, adopta un perfil retraído, con un nerviosismo constante, presenta una brusca baja en su rendimiento, se ausenta a clases frecuentemente, no participa en grupos y evita el contacto con el profesorado.

El o los espectadores, son el resto de compañeros que contemplan la escena de la agresión y que pueden callar porque les parece bien, porque tienen miedo de estar ellos en el punto de mira del agresor, o bien porque les faltan habilidades sociales para evitarlo y que no son conscientes de hasta qué punto puede llegar la escalada de violencia. También lo será el profesorado, personal del centro educativo, familiares y otras personas que puedan interactuar en el maltrato.

Si observamos un cambio de dinámica en el grupo o en el actuar de algún alumno y vemos que aparecen los perfiles mencionados, debemos conversar con los directivos del establecimiento, con los docentes que conocen al curso y a los alumnos detectados, familias y otros involucrados para recabar información y estar atentos al grupo. Muchas veces, la problemática puede desarrollarse en las redes sociales o a través de mensajes directos al teléfono de la víctima, por esto, las familias deben tener las herramientas para saber detectar problemáticas en la web.

Al detectar con seguridad un caso de acoso escolar, se debe activar el protocolo establecido por el establecimiento, que debe incluir medidas concretas para los tres perfiles de personas involucradas. Para que las medidas sean eficientes, el trabajo en equipo es primordial.

Fases de la actuación e intervención social

Todas las acciones estipuladas por convivencia escolar, deben incluir 3 fases importantes:

Detener y resguardar: Es muy importante asegurar la protección del niño o adolescente en rol de víctima. Cuando paramos las agresiones debemos estar seguros de que no habrá ningún tipo de desquite o venganza por parte de él o los agresores. Evitar las alusiones directas a la víctima y manifestar a los involucrados, que nos hemos dado cuenta gracias a nuestra estrategia de detección y sin mencionar que un posible espectador ha cooperado en la situación.

Activar e involucrar: en esta fase es necesario activar a los grupos, trabajar en equipo para restaurar la convivencia dentro del aula afectada y demostrar, que los actos de violencia no son el camino para solucionar conflictos internos o externos. Aunque haya una persona liderando el proceso, es fundamental implicar en las acciones a todos los agentes que puedan ayudar a solucionar el conflicto. Por esto es importante que la comunidad sepa de antemano, los protocolos de acción que se deben activar en estas problemáticas.

Remediar y sanar: Una vez detenidas las agresiones y protegidos todos los implicados, con grupo y equipo docente activos, debemos continuar hacia el restablecimiento total de la convivencia. El restablecimiento pasa por una primera reparación, con intervenciones individuales de los componentes en rol de víctima y agresor, que permita unos mínimos de gestión emocional para la convivencia. Actos de reconocimiento y perdón son claves en esta fase. Es importante poseer un rango de sanciones para los agresores, pero el foco debe estar en la intervención psicosocial, para lograr que no se repitan los actos de acoso y cortar el circulo vicioso.

Algunas acciones que podemos implementar en las fases:

  • Comunicar los hechos a las familias involucradas, tanto de la víctima como del agresor. Se debe entregar la seguridad y confianza de que los actos detectados han cesado y que se están implementando los protocolos relacionados con el acoso escolar. Las familias se deben involucrar en el proceso reparador y trabajar conjuntamente al equipo educativo.
  • Entrevistas individuales con cada implicado para conocer el contexto de cada uno y detectar las causas de las agresiones. Estas entrevistas se deben realizar en un ambiente de confianza y de comunicación efectiva.
  • Talleres para el grupo afectado: socioemocionales, convivencia positiva, valores, consecuencias del acoso, gestión de conflictos y habilidades involucradas. Estos talleres deben implementarse, aunque no se haya detectado ningún caso concreto de acoso.

Todas las acciones realizadas deben quedar registradas, con su evidencia correspondiente, ya sea por asuntos legales o por realizar un adecuado seguimiento del caso.

Es importante averiguar las causas que estén generando el acoso, para trabajar en ellas y poder remediarlas. Generalmente, la intervención del equipo especializado es vital para detectar y analizar las causas de estas conductas. Además, las consecuencias del acoso repetitivo y extendido en el tiempo, suelen ser gravísimas.

El sentimiento de desprotección, soledad, miedo y ansiedad, generan secuelas psicológicas complejas que afectarán en el desarrollo personal, social y en el rendimiento académico, pero más importante aún, en las ganas de vivir.


Acerca de la Autora

 

 

 

 

Gabriela Briceño Garay

Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado (c) en Educación Inclusiva.


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