La llegada de un nuevo miembro a la familia puede trastornar la apacible vida que se pudiera tener hasta ese momento. La llegada de un hijo supone inquietudes y temores nuevos, no saber cómo afrontar situaciones que pueden llegar a generar mucho estrés.
Cuando se trata del segundo hijo, existen situaciones que ya se controlan de otra manera y los miedos están casi superados, pero nos encontramos con los celos del hermano mayor. Antes o después, aparecen. Como bien decía Miguel Delibes en su novela ‘El príncipe destronado‘: “Ayer todo era para él; hoy nada. Es muy duro“.
Pero debemos dar una visión positiva de los celos infantiles, abandonando la creencia de que son un problema y de que, tarde o temprano, desembocarán en un conflicto. Los celos tienen dos caminos: son la respuesta normal a una situación especial y acaban desapareciendo, o son una situación que pierde el carácter evolutivo y se convierte en patológica.
Un niño celoso es un niño estresado, con ansiedad, desasosiego y angustia; sentimientos que sólo desaparecen al apartar al rival y acercarse la persona deseada, que normalmente es la madre. Es muy importante hacer partícipe al niño en todo momento de los cambios que van a venir, nunca ocultarle el embarazo pensando que cuando el hermano nazca la situación será la misma puesto que el niño se sentirá engañado y su reacción no será muy buena.
Los celos forman parte de la evolución y desarrollo de los niños. Las personas adultas también los sufrimos en algún momento de nuestra vida. El mayor temor de los hijos mayores es perder el cariño de sus padres y es de ahí de donde vienen los celos. Hay que tener en cuenta que los niños no saben necesariamente qué les pasa ni entienden qué es estar triste o enfadado.
Lo importante es saber reaccionar ante ellos, saber controlarlos sin que lleguen a más y comprender que forman parte de los sentimientos de las personas. El niño habrá escuchado durante todo el embarazo lo genial que será tener un hermano y, cuando el bebé llega a casa, se encuentra con un niño diminuto, con el cual no puede jugar, todo el mundo le dice que no lo toque porque le puede hacer daño y, a mayores, se pasa el día llorando y quitándole la atención que antes era para él.
Una situación poco atractiva y que tiene pinta de ser duradera. Es normal que el menor sufra un cambio de conducta en casa, en el colegio y en todos los ámbitos de su vida. Los celos no pueden considerarse un problema ni debemos precipitarnos acudiendo a un especialista que, quizás y sin quererlo, consiga agravar más el problema.
Se trata de armarse de paciencia y de dejar que las situaciones fluyan, sigan su orden lógico. Para ello Aucal imparte su curso de Técnico Profesional en Intervención Psicoeducativa en Alteraciones de Conductas en Niños de 0-3 años, una formación que capacita al alumno para intervenir en las alteraciones de conductas sufridas en los niños identificando el tipo de alteración,aplicando la terapia adecuada, y evaluando las posibles consecuencias de este trastorno.
¿Crees que si no se aprende a gestionar los celos en la infancia repercutirá el problema en la vida adulta?
¿Los celos forman parte del desarrollo evolutivo de una persona o esta afirmación es un mito?
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