¿Y si los colegios empezaran a impartir una asignatura sobre alimentación saludable? Seguro que nos sorprenderíamos desmitificando muchas cuestiones que siempre hemos creído ciertas. Tal vez esta asignatura no solo conviene a niños, también a adultos, que al fin y al cabo son el filtro de los menores para enfrentarse al mundo real. Somos los adultos quienes educamos y resulta lógico pensar que somos también quienes más información actualizada debemos recibir para actuar en consecuencia con los más pequeños.
Educar y Reeducarnos en una alimentación saludable
La educación para la salud debería ser asignatura en los colegios, puede que no puntuable para el currículo escolar, pero si como fuente de información, tanto para padres como para niños.
Una correcta alimentación es fundamental para el buen desarrollo de los más pequeños de la casa. Los padres cometen errores que conviene corregir, por ejemplo: dejarse guiar por falsos mitos que van pasando de generación en generación.
Se tiene la idea de que un niño “gordito” es sinónimo de niño sano, y que un niño delgado es porque no se alimenta bien. Esto no es cierto. Se ha demostrado con estudios científicos, que los kilos de más no son nada saludables. De hecho, son un problema para el futuro. Un futuro donde los problemas de sobrepeso y sedentarismo cada vez están más arraigados y son más difíciles de cambiar.
Se comete el error de creer que productos con sal y azúcar van a resultar más apetecibles para los niños, pero no es así. Lo único que se consigue es introducir de una manera demasiado prematura estos aditivos, que por otro lado, son innecesarios.
Desde los colegios ya se están introduciendo cambios, con jornadas de alimentación saludable, obligando a los padres a seguir un itinerario en cuanto a que alimentos debe y no deben introducir como almuerzo y con dietas de comedores cada vez más estudiadas. Pero aún queda mucho por hacer.
¿Cómo actuar si el niño no quiere comer?
El ritmo de vida de nuestros días nos hace abusar demasiado de alimentos precocinados y de bollería industrial, por comodidad y rapidez, sin pensar en las consecuencias futuras para la salud del menor.
Es muy común también castigarles o prohibirles hacer algo que les gusta porque no se han terminado lo que había en el plato. Esta actitud no es más que otra creencia heredada de nuestros padres y abuelos.
Sin embargo, al adoptar esta determinación lo único que se puede lograr es que el niño coja reparo a determinados alimentos o a comer en general, porque lo ven desde la obligatoriedad, y ya sabemos que todo aquello que va impuesto no es nada bueno. Por otro lado, verán la comida como algo negativo, consiguiendo el efecto contrario a lo que se pretende.
En la sociedad actual contamos con un índice muy alto de obesidad infantil y aun así nuestra percepción de la alimentación está bastante distorsionada. Comemos más de lo necesario, pensamos en la comida como una obligación y trasmitimos esto a las generaciones futuras. Se trata de enseñarles a disfrutar, no que lo vean como una tortura y una lucha diaria.
Y es que al final somos lo que comemos, y como lo comemos.
¿Nos alimentamos de manera adecuada?
¿Seguimos teniendo y fiándonos de creencias populares?
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