Los patios de los colegios se convierten en el escenario de batallas, discusiones e incluso agresiones entre niños. Las aulas, en el escenario de maltrato a docentes. Para frenar esta oleada de violencia, padres y profesores deberán educar en equipo.
Reeducarnos ante el maltrato
Hablar de maltrato infantil es pensar en niños que en sus casas sufren golpes y humillaciones. Sin duda, esa es la primera imagen que nos viene a la cabeza.
Sin embargo, existe otro maltrato, el maltrato entre iguales, que se da en los colegios, con ejemplos de casos conocidos recientemente, donde se ejerce una violencia extrema e inusual. También somos conscientes del maltrato entre iguales y hacia los docentes o figuras de autoridad. Porque aunque nos sorprenda este último ejemplo, la realidad es que cuando la violencia empieza a dar la cara, es difícil de frenar.
La exposición a la que están sometidos los niños hoy en día en móviles, ordenador y televisión resulta demasiado excesiva para su mente infantil. No logran asimilarlo y lo exteriorizan de la forma más negativa: haciendo lo mismo que ven.
Si canalizar determinadas actitudes resulta complicado para un adulto, para un niño, mucho más. Hace tiempo que desde diferentes colectivos de profesores y desde algunos colegios, se pide la implantación de una asignatura sobre violencia y acoso, para tratar el cómo prevenirla y actuar.
No se trata de hacer un curso de formación para los profesores, lo cual dicho sea de paso estaría también muy bien, sino una asignatura donde se trabajara con los chavales los diferentes aspectos del concepto de violencia, en base a las peticiones de los chicos, puesto que son ellos los que tiene que determinar que ocurre a su alrededor, como se las ingenian para acabar con determinadas situaciones y como quieren prevenirlas.
La violencia infantil, entendida esta entre iguales, debería ser un trabajo conjunto entre el colegio y las familias.
Si tan solo una de las dos partes actúa, las posibles soluciones no podrán ser efectivas al 100%. Lo recomendable es que la familia se apoye en el colegio y viceversa. Aunque si bien es cierto que la familia educa y el colegio enseña, no está mal que en ocasiones se haga un trabajo conjunto.
Los patios de los colegios en ocasiones se convierten en improvisados pabellones de lucha, sobre todo en chavales preadolescentes, donde parece que las rencillas que puedan existir no se solucionan, al contrario que en años anteriores, donde las peleas quedaban en cosa de niños, sin más importancia que el orgullo herido.
Pero si de eso se pasa a emplear los golpes y los insultos, ya es cuando se debe intervenir. Algunos padres se encuentran con muchos problemas para solucionar esto. Se sorprenden a si mismo ante la ausencia de herramientas efectivas para intervenir. Y es en ese momento, cuando el colegio le debe echar una mano, trabajando juntos y sentando las bases para una solución efectiva en casa ante este problema.
A veces las situaciones nos sobrepasan, y ante esto lo mejor, es pedir ayuda.
¿Ven los niños hoy en día demasiada violencia alrededor?
¿Algunos padres no intervienen por dejadez o porque no saben qué hacer?
Formación Relacionada
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