Los hijos de la guerra: las consecuencias de la inmigración

En una contienda como la guerra, los niños son los que más tienen que perder; sufrimiento profundo y obligados a crecer de repente, sin idea de lo que está pasando, y sin entender lo que ocurre a su alrededor. Muchos se ven obligados a mendigar, a vivir en la calle y algunos a huir de su país; son los menores no acompañados, quienes en lugar de estudiar o de disfrutar su niñez y adolescencia, se exponen al peligro de la migración para buscar mejores oportunidades o para huir de la violencia.

El viaje de los Inmigrantes

El cierre de la frontera y la construcción de vallas ha disuadido a algunos, pero la situación en sus países de origen es tal que prefieren arriesgarse. Lo que sucede ahora es que su viaje es más peligroso y mucho más caro. Muchos se hacen pasar por menores, para tener mejores condiciones, aprovechando las circunstancias, porque es muy difícil determinar la edad de una persona, mas allá de algunas evidencias visibles. La obligación irrenunciable del Estado de proteger a todos los menores de edad parece cumplirse a rajatabla en el caso de los nacionales y, por el contrario, suena bastante laxo su cumplimiento con los extranjeros, sobre los que siempre pende la duda de la edad real. Y es que el hecho de ser extranjero pesa más que el hecho de ser menor.

Estos menores ya están condenados, irremediablemente, a vivir en exclusión, porque no serán de ninguna parte, vagarán sin rumbo fijo, intentando encajar en algún lado. Y es que muchos de ellos al cumplir la mayoría de edad son excluidos de nuevo del sistema. Mientras tanto habrán estado en centros de menores, porque estos niños deberían tener los mismos recursos que el resto de niños españoles que están en protección, pero es muy raro que estén en familias de acogida. Y es que es como si estos menores inmigrantes estuvieran en un “limbo” tanto a nivel práctico como legal.

Los que acaban en centros de acogida son los mas afortunados, a pesar que que al cumplir la mayoría de edad puedan sufrir de nuevo desamparo, porque existe una realidad paralela, la de los menores que acaban en la calle, delinquiendo, prostituyéndose para sobrevivir, o los mas desafortunados, los que acaban en mano de personas con tan malas intenciones que asustan solo de pensarlo.

Miles de jóvenes desaparecen sin dejar rastro, pero al no existir un registro formal de ellos tampoco, se les contabiliza como desaparecidos. Son las incongruencias del sistema moderno; tan controlador, pero a la vez tan imperfecto. Y es que una vez más se cumple la máxima de que no existe la perfección.

¿Las políticas de inmigración con respecto a los menores son las correctas?

¿Se deberían tomar medidas especiales para los menores que aparecen solos en algún país quine no es el suyo?


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