A la marginación social se llega por la insuficiencia de recursos, la precariedad o la total ausencia de estatus social. No puede confundirse con situación delincuencial, aunque sí es cierto que, con gran frecuencia, conduce a ella. Los menores que son marginados socialmente por sus circunstancias suelen llevar consigo una alta carga de violencia, engendrada por la ira a la que les lleva su situación personal.
El no saber gestionar de una manera correcta esta emoción tan normal en todos nosotros les hace responder de la manera más sencilla que encuentran. Otros de los factores sociales más relacionados con la posibilidad de aparición de agresividad en los jóvenes son el fácil acceso al alcohol y a las drogas, así como la utilización de videojuegos con elevada violencia explícita, que pueden influir en el aprendizaje y en la puesta en práctica de las técnicas vistas en el videojuego en cuestión.
Pero no sólo aquellos menores que provienen de ambientes desfavorecidos socialmente son los únicos candidatos para llevar a cabo actos violentos o delictivos. La falta de límites y de una verdadera educación en valores, junto con la negativa influencia de la televisión, está provocando el incremento de la agresividad entre los adolescentes.
La adolescencia siempre es complicada, es una etapa donde se van dejando atrás los valores de la infancia y hay una necesidad de encontrar otros nuevos, más acordes con los cambios que se empiezan a percibir. Es muy posible que a estas edades los chicos sientan decepción con la sociedad en la que viven y tiendan a culpabilizar a su familia de todo aquello que les ocurre, llegando a sentirse tremendamente solos, con lo que desarrollarán unos mecanismos de defensa que pueden convertirse en agresividad.
La violencia juvenil es un problema mundial de salud pública. Un problema que se debe erradicar de manera inmediata y la mejor manera de hacerlo es la prevención, saber detectar y detener a tiempo ese avance en las hostilidades que todo adolescente siente en algún momento.
Si el menor pertenece a un ámbito social considerado normal (entiéndase como normal un ambiente sin problemas familiares detectados y diagnosticados como graves), la prevención se aplica desde el comienzo del problema. En cambio, si el joven proviene de una familia desestructurada o acumula ya algún delito, aunque sea menor, la situación se complica un poco más puesto que la prevención no se aplica a su debido tiempo.
Las crisis familiares son ocasionadas principalmente por la falta de comunicación entre padres e hijos. Si el adolescente se siente apoyado y comprendido, tendrá más herramientas para poder gestionar determinadas situaciones. Evidentemente, en ambientes marginales esta comunicación no existe nunca y los hijos crecen con una constante sensación de vacío.
La prevención será efectiva si aporta técnicas para el autodominio, el sentido de la responsabilidad y del esfuerzo.
*Aucal Business School oferta el máster en Intervención Social con Menores en Riesgo de Exclusión, que dota al alumno con las técnicas de identificación e intervención necesarias para poder resolver situaciones de conflicto y llevar así a cabo una función social de ayuda y colaboración. La formación tiene una duración de 9 meses y se imparte en modalidad online.
¿ La prevención es suficiente o es necesario algo más?
¿ De qué manera se podrían prevenir estas situaciones en ambientes marginales?
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