Educación en vacaciones de verano

La convivencia hace mella en las personas, eso es una realidad, y si ya estamos acostumbrados a escuchar que después de las vacaciones estivales aumentan las separaciones de pareja, también es cierto que las relaciones padres-hijos se resiente durante el verano. Y es que ya parece que da igual la edad de los niños, da igual que sean adolescentes o niños más pequeños; y es que hay niños que viven en que se hallan en un estado de insatisfacción permanente. Y este aspecto preocupa, y mucho, porque ¿cómo puede ser que niños en edades tan tempranas vivan la vida de esa manera?  Vivimos en una sociedad donde tanto niños como adolescentes, se sienten posicionados en la misma escala que los adultos, infravalorando y desvirtuando la figura parental. Se sienten dueños de su tiempo y de sus decisiones, molestándose e irritándose cuando los padres piensan otro plan distinto al que tienen o que no les va bien.

Los niños son impacientes, quieren todo para “ya”, sin poder o mas bien querer esperar. Tampoco podemos decir que esto sea culpa de la educación recibida, puesto que la paciencia es un aspecto que no todo el mundo desarrolla de la misma manera, porque todos los días se observan adultos tan impacientes como niños de 5 años. La paciencia se trabaja en el día a día, en la práctica, con decepciones y triunfos varios.

Son muchos los padres que temen perder el amor de sus hijos, sobre todo en caso de divorcio, cometiendo el terrible error de no querer  poner  límites. A corto plazo sale mejor satisfacer al menor en todas sus peticiones, a largo plazo no tanto, y realmente es cuando se ven los problemas. También ocurre que muchos adultos no han aprendido a manejar  la frustración y angustia ante determinadas situaciones, y por ello les resulta tan complicado poder actuar de manera adecuada ante las demandas de sus hijos. Y es que la gestión de emociones es una asignatura pendiente en nuestra sociedad, que solucionaría muchos problemas sin conflictos.

El verano es una época de relax, sin horarios, se relajan los niños y nos relajamos los adultos, y cuando se quieren volver a poner límites es cuándo nos encontramos con el problema: los niños no responden. Son muchos días y eso a la larga se paga. No existe una fórmula perfecta para afrontar las vacaciones y la vuelta de estas de la mejor manera, además entraran en juego infinidad de factores, como las características de cada familia y el carácter de cada cual, y la misma solución puede no funcionar igual en dos contextos distintos.  Así que tan solo nos quedara tomárnoslo con calma e intentar que la vuelta a  la rutina sea lo más pacifica posible.

¿En verano nos relajamos demasiado?

¿Los conflictos padres-hijos comienzan cada vez mas pronto?

 

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