Los niños no se portan ni bien ni mal, como niños que son están explorando los límites hasta donde pueden llegar y las limitaciones que se les ponen; las frases hechas, tan típicas de preguntar: ¿te portas bien o mal? , ¿Eres bueno? No hacen más que estropear todo el trabajo que los padres puedan estar haciendo con ese niño. Y es que no nos acordamos, pero nuestra niñez fue así, en búsqueda de límites que sobrepasar, porque realmente huimos de ellos pero no son necesarios para el día a día. Debemos aprender a desaprobar la conducta y no la actitud del niño, puesto que una frase mal dicha o mal interpretada puede hacer mucho daño en el futuro. Etiquetar a alguien por una conducta realizada en un momento determinado, ante unas circunstancias que no eran del todo favorables no debería servir para el futuro.
Y es que el diálogo desde que los niños son pequeños es muy importante, se les debe explicar todo, siempre teniendo en cuenta las limitaciones impuestas por la edad, pero si se le explica de manera que ellos puedan entenderlo siempre dispondrán de toda la información referente a lo que está sucediendo. No es que al manejar todos los datos su actitud vaya a ser distinta, pero el diálogo es una herramienta muy importante para que exista una comprensión mutua de puntos de vista distintos que se pueden dar.
Y es que un niño cuyas reacciones y actitudes son comprendidas por los adultos que le rodean es ser un adulto con una salud mental buena; y es que ante un asunto complicado lo más fácil es ceder o dejarse llevar por la situación y perder los nervios. Ni una ni otra actitud favorecerán para nada el futuro desarrollo del menor ni el de los padres o educadores. Una alternativa antes de ceder es negociar con ellos, cambiar completamente la situación para poco a poco poder llevar un control de esta y que no se desmadre. Realizar esto tampoco es tarea fácil y es algo que se va adquiriendo con los años y la práctica. La propia experiencia es la que marca todo, puesto que vamos viendo que nos funciona y que no. Y lo más importante: que no existen fórmulas mágicas, y que lo que en mi caso funciona puede ser que en el tuyo no.
Tampoco existe una edad estipulada para comenzar a poner unas normas, puesto que además en cada familia las cosas funcionaran de una u otra manera, pero lo que sí es cierto es que las conductas y actitudes de los padres son el modelo a través del cual los hijos comprenden qué se espera de ellos. Y es que educar en el respeto y la empatía es la base fundamental, desde la que incluso no será necesario poner esas limitaciones.
¿Crees que el diálogo y comprensión es fundamental en las relaciones padres-hijos?
¿ Es necesario ser estrictos en el cumplimiento de normas?
Formación relacionada
Máster en Orientación Educativa y Psicopedagogía, podrás especializarte en el asesoramiento pedagógico de las diferentes etapas hasta la adolescencia. Serás capaz de realizar planes de intervención para tratar cualquier anomalía y prevenir situaciones de maltrato o bullying, drogodependencia… A la vez que se fomenta valores esenciales como la convivencia y la disciplina, además de una orientación educativa y profesional.