No se aprende a ser padre hasta que no se es padre; la teoría de nada vale si no se apoya en contenidos prácticos, el día a día con hijos puede resultar más duro de lo que se puede llegar a esperar. No existe el modelo de padre perfecto, y tampoco se pretende llegar a serlo, pero hay tanta teoría al respecto, tanto que leer, tantas opiniones que escuchar… que parece que en cualquier momento se va a traspasar el limite.
Nuestros abuelos dicen que los padres modernos no se ocupan de sus hijos como se hacía antes, y están en lo cierto; los padres sobreprotegen a sus hijos y no les dan la posibilidad de ser independientes, de crecer y confundirse, que es algo que es tan sano como enriquecedor. Porque al fin y al cabo se avanza tropezando, y se aprende equivocándose. La sobreprotección hará adultos indecisos, con incapacidad para dirigir sus vidas y con una autoestima nula, producto de los muchos años de cobijo paterno. De cualquier manera no es una solución factible, ni una manera adecuada de educar a un niño; los adultos nos confundimos y rectificamos, y los niños tiene ese mismo derecho a hacerlo, y si les quitamos ese derecho les estamos quitando parte de su infancia, y esto es algo que los padres que sobreprotegen a sus hijos no quieren ver.
Ningún padre hace daño a sus hijos de manera consciente. Cuando se hace esta afirmación se piensa más bien en violencia física o de determinadas actitudes que hacen que la integridad de los niños peligre; no pensamos en unos padres que están al lado de sus hijos, que vemos como los protegen de los peligros y avanzan con ellos. Porque las palabras también dañan, un daño más silencioso, que tarda más en verse, pero que esta ahí.
Los padres protectores son el producto de una infancia descompensada, carente de atención, y esas heridas del pasado los nuevos padres las curan centrando toda sus atención en sus hijos, puesto que quieren que tengan lo que ellos no tuvieron, y la idea no es del todo mala, pero lo cierto es que a la larga da más problemas que soluciones. Porque cuando se sufre una carencia en cuanto podemos la vamos a suplir. Y lo más seguro es que sepamos que no vamos a actuar correctamente, pero nos sentimos mejor así, porque ha sido tanto el tiempo que hemos estado deseando que pasara que no vamos a dejar pasar la oportunidad que se nos presenta.
Y si escuchamos hablar de sobreprotección a los hijos no pensamos que nosotros pertenezcamos a ese porcentaje de personas que lo hacen, porque nuestro deseo de actuar correctamente nos impide ver la realidad.