La obesidad infantil es un problema muy extendido pero como responsables de los menores debemos descubrir que les lleva a comer de manera compulsiva y en grandes cantidades. Así como evitar dietas en edades tempranas que pueden desembocar en trastornos de la alimentación.
Obesidad infantil: un tema delicado
La obesidad no es sólo una cuestión de falta de voluntad, a menudo existe un problema psicológico o social de fondo que se intenta superar comiendo. Algún miedo, falta de amor y cariño, baja autoestima, frustraciones, vacío interior, aburrimiento, soledad, falta de adaptación a las exigencias, cambios.
Los alimentos ricos en energía, con importantes cantidades de hidratos de carbono y grasas se usan como escudo o barrera para protegerse. O para llenar una carencia emocional. Hay que tener especial cuidado en el lenguaje empleado, que puede agudizar más en lugar de ser una solución.
¡Otra vez comiendo! ¡Pero no ves lo gord@ que estás!
¡Estás tan gord@ que nadie te va a querer!
¡No ves lo delgad@ que es tu amig@, herman@, prim@, vecin@, compañer@ de clase… Tú podrías ser igual y no darme estos disgustos.
Frases similares a estas surten el efecto contrario al que se pretende. Al intentar que el niñ@ deje de comer sin comprenderle solo conseguimos que se sienta peor. Hay que recordar que los niños y niñas son muy sensibles a lo que escuchan; especialmente de las personas más cercanas que son las que les deben amar y proteger.
¿Por qué nunca se sacia?
La familia debe investigar a fondo e intentar comprender qué puede provocar y cuáles son los motivos por los que l@s niñ@s quieren comer a todas horas, tengan un hambre desmesurada, etc. Todo esto son síntomas para poder saber la “enfermedad”.
El esfuerzo realizado para perder peso fracasará si no se descubren los verdaderos motivos que provocan que nunca se sacie. Es cada vez más habitual, que las dietas de adelgazamiento se extiendan a mayor población, esto es especialmente peligroso y preocupante en el caso de que se produzcan en etapas de grandes requerimientos como es la infancia.
Suele ocurrir que al principio pierden algunos kilos rápidamente, pero los recuperan más rápidamente y en muchos casos engordan más que antes de empezar, el famoso efecto yoyó. Si sometemos el cuerpo a un régimen, el metabolismo cambia automáticamente para conseguir un aprovechamiento óptimo de cada caloría usando el mínimo de energía posible. Este mecanismo continúa a pesar de recibir una alimentación normal.
Evitar las dietas en los niños
Hay muchos motivos que no aconsejan que los niños y niñas sigan un régimen. Especialmente si este es muy estricto. A continuación explicaremos los principales motivos:
- Muchas de ellas se basan en alimentaciones incompletas. Es clave recordar que el peligro que conlleva en una etapa en fase de crecimiento. Tiene que desarrollarse, por lo que necesita un aporte equilibrado de todos los nutrientes esenciales. Cualquier carencia puede provocarle graves problemas para su salud presente y futura.
- Los niños y niñas consideran las dietas como un castigo por su exceso de peso e intentan saltársela siempre que pueden.
- Las dietas pueden agravar el problema, ya que a los más pequeños les cuesta mucho seguir un régimen tan estricto. Si no obtienen buenos resultados, se mina más su autoestima, se sienten tristes, culpables y/o avergonzados; y para superar esta frustración aumentan más su ingesta, vuelven a comer más. Especialmente los alimentos más desaconsejados.
- Las dietas hacen que el afectado concentre toda su energía en la comida y el control del peso. Hasta que todos sus pensamientos se centran en eso, sin pensar en otra cosa, lo que les impide tener otros pensamientos y objetivos en su vida.
- Durante el tiempo que están a dieta, poc@s niñ@s aprenden a seguir una alimentación adecuada ni a hacer ejercicio para no engordar. Pueden perder algunos kilos, pero eso no es suficiente.
Desenlaces más graves
Las dietas pueden ser el principio de enfermedades tan graves como la obesidad infantil. Se trata de los trastornos de la conducta alimentaria:
- Much@s niñ@s ante esa privación, cambian sus comportamientos e incluyen ingestas compulsivas, comen a escondidas… El hambre nubla sus pensamientos y solamente encuentran la calma cuando comen todo lo que tienen a su alcance. Esto muchas veces para compensarlo abusan de laxantes o se provocan el vómito para no engordar más. Y entran así en el círculo COMER- VOMITAR- HAMBRE, de la bulimia.
- Otr@s niñ@s que siguen una dieta demasiado rigurosa, acaban sufriendo anorexia. Su obsesión por adelgazar es cada vez mayor. Su único objetivo consiste en perder peso, hasta peligrar su salud y en los casos más graves puede provocar la muerte.
Para evitar la obesidad infantil cada niñ@ debe tener un tratamiento adecuado y es importante conseguir su mayor bienestar tanto físico como psicológico. En lugar de preocuparse tanto por la báscula.
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También creo que es importante mantener reglas pero con cierta felixibilidad, para que lo hagan con gusto y sea más fácil para nosotros.
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