Se ha puesto en boca de todos hablar de los mitos sobre la alimentación, de las propiedades de los alimentos como si fuesen pócimas mágicas, de que si comes este u otro alimento, puedes prevenir enfermedades, adelgazar o que te hace ser más interesante, etc. Sin embargo, para poder llevar a cabo dichas afirmaciones son necesarias investigaciones con rigor científico, es decir, como la nutrición basada en la evidencia científica.
La industria alimentaria lanza al mercado alimentos para bajar el colesterol, para ayudar al tránsito intestinal, para no pasar hambre entre horas, etc. Todo esto sumado al personal sanitario, la vecina del quinto y el charcutero del súper. Porque todos ellos contribuyen al ‘boca a boca’, comentando y hablando sobre lo buenos que son algunos alimentos o lo recomendable que es su uso. Y lo que generan con todo esto son dudas e incertidumbre sobre temas de alimentación. Por eso, en cuestiones de alimentación, nutrición y dietética hay que dirigirse a un dietista-nutricionista, que es la persona altamente cualificada para aclararnos estas dudas al respecto.
Superalimentos
Los alimentos no están diseñados para mejorar la vista o para tener unos huesos más fuertes, sino que son herramientas para el día a día de nuestro organismo. Los alimentos no tienen que servir para algo puesto que las funciones las realizan los nutrientes en las rutas metabólicas. El hecho de consumir ciertos alimentos por poseer tal o cual propiedad desplaza el consumo de otros. La respuesta para llevar a cabo una alimentación saludable está en el consumo de alimentos (materias primas) en conjunto y no aislado.
Alimentos buenos o malos
No existe ningún alimento que reúna todos los nutrientes (salvo la leche materna) ni que sea bueno o malo, pero no todos son iguales. Frases como “hay que tomar de todo” no son correctas, puesto que no es necesario el croissant del desayuno, el vino en todas las comidas, las salchichas con kétchup y mostaza con pan de molde en la cena, la pizza del domingo, el gin-tonic de los sábados,… Al finalizar el día, el balance alimentario es cero frutas, cero verduras y cero hortalizas.
Hay alimentos que son saludables y otros que lo son menos debido a que causan enfermedades. Se ha comprobado que el consumo de carne procesada está directamente relacionado con la aparición de cáncer colorrectal. Por lo tanto, el consumo de un salami con aceitunas no resulta tan saludable como el de unos espárragos a la vinagreta. También está comprobado que el contenido de azúcar de ciertos alimentos conlleva a un mayor sobrepeso y obesidad en la población, predisponiendo esto a padecer más enfermedades.
En general, las grasas ‘trans’, el exceso de azúcar y sal o el consumo de bebidas alcohólicas van a predisponer a padecer enfermedades, mientras que el consumo de frutas, hortalizas y verduras van a prevenir su aparición.
“Entonces, hay que comer natural”
¿Qué se entiende por ‘natural’? ¿Etiquetas de productos en las que pone ‘pan de molde natural’? ¿Refrescos con stevia? ¿Paté con hierro natural? ¿Potitos para bebés con aceite de palma? ¡Cuidado! No nos equivoquemos porque eso es ‘naturalmente’ insano. Lo que hay que fomentar es el consumo de materias primas, de verduras, hortalizas o frutas y no de alimentos ultraprocesados, que contienen más sal, más azúcar, más grasa hidrogenada y menos salud.
Alimentos bajos en grasa
Los productos bajo la alegación de light o ‘bajos en grasa’ suponen un incremento en su coste y resultan poco útiles, nutricionalmente hablando, para el consumidor. El concepto que la población tiene de este tipo de alimentos es que sirven para controlar la dieta del día a día, para bajar unos ‘kilitos’ de más, que están de moda o que son más saludables que los ‘normales’, entre otros. Cuando consumimos estos productos como, por ejemplo, un yogur bajo en grasa, cereales bajos en grasa, galletas bajas en grasa,… los utilizamos para controlar nuestro peso, pero resulta ser todo lo contrario.
Normalmente, este tipo de productos suelen contener más azúcares porque hay que sustituir la falta de grasa por otro nutriente. ¿Y qué ocasionan? Que la persona no se sacia igual, ya que son las grasas las que ayudan a saciarnos. Además, el consumidor tiende a pensar en que ,como es bajo en grasa, permite comer otras cosas. El resultado es un gasto de dinero a mayores, un picoteo entre horas y un consiguiente aumento de la ingesta de azúcares y de otros alimentos menos saludables.
En conclusión, el éxito de una buena alimentación reside en la adherencia al patrón alimentario, es decir, no hay que poner la excusa de “por un día, no pasa nada” o “hay que comer de todo”. Huye de esas falacias, lo que vale es el conjunto de los alimentos. No existen alimentos únicos ni dietas buenas o malas, al final lo que importa es mantener un buen estado de salud.
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Muy buen artículo! Muy bien desarrollado y con explicaciones muy claras. Gracias por el aporte!