La Radiología Intervencionista es una subespecialidad de la Radiología que, utilizando diferentes métodos diagnósticos por imagen, lleva a cabo procedimientos quirúrgicos mínimamente invasivos en el paciente, tanto de diagnóstico como terapéuticos, en el tratamiento de un amplio espectro de enfermedades, tales como patologías cardiovasculares, miomas uterinos y determinados tumores, entre otras.
También llamada terapia con imágenes, sus pruebas y tratamientos son realizados por radiólogos intervencionistas, médicos especializados en anatomía y en el uso de imágenes como guía. Las técnicas de imagen de las que se sirven para llevar a cabo estos procedimientos son los rayos X, la ecografía, la resonancia magnética y la tomografía computarizada (TAC).
El procedimiento consiste básicamente en introducir, con ayuda de una guía de uno o dos milímetros de diámetro, un catéter en la vena o vaso sanguíneo del paciente para conducirlo hasta la zona que se desea tratar. Al requerir de punciones muy pequeñas que normalmente se llevan a cabo con anestesia local o sedación, estos tratamientos disminuyen en gran medida los tiempos y tipos de anestesia utilizados, con lo que se reduce considerablemente el riesgo para el paciente. Además, los visores digitales permiten observar la imagen del paciente en tiempo real, lo que permite observar el desarrollo del procedimiento en directo y detectar cualquier anomalía al instante.
Otro de los beneficios es un menor trauma físico para el paciente, que suele experimentar menos dolor después de la intervención, así como una reducción del riesgo de infección, lo que se traduce en tiempos de recuperación más cortos y una estancia hospitalaria postoperatoria reducida, que en muchas ocasiones ni siquiera requiere de ingreso, pues el paciente regresa a casa el mismo día de la intervención.
Desde sus inicios en la década de 1960, esta disciplina ha ido madurando a buen ritmo, sucediéndose nuevas técnicas de manera ininterrumpida de la mano de las nuevas tecnologías hasta alcanzar su auge actual.
En nuestro país la radiología intervencionista no despegó hasta finales de la década de 1980, momento en que se funda la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI), una entidad pionera en esta área. Esta asociación médico-científica promueve la formación, el desarrollo, la investigación y la difusión de esta especialidad, y se ha convertido en todo un referente tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
LA SOLUCIÓN PARA EL SÍNDROME DE CONGESTIÓN PÉLVICO
Cuando hablamos de várices solemos pensar en las piernas, pero estas dilataciones venosas pueden aparecer en otras partes del cuerpo, como el interior de la cavidad abdominal rodeando el útero y los ovarios. El síndrome de congestión pélvica es una causa habitual de dolor crónico en esta zona, que se localiza en el bajo vientre y la región lumbar, y puede llegar a ser tan intenso como para interferir en la actividad diaria.
¿Sabías que el 24% de las mujeres de la población general sufren dolor pélvico crónico? Por lo general, este suele afectar a mujeres de entre 20 y 45 años que han tenido varios embarazos.
Una vez descartadas las causas ginecológicas, tales como endometriosis y trastornos menstruales, es aconsejable acudir a una unidad de radiología intervencionista con el objetivo de realizar las pruebas de imagen necesarias que ayuden al diagnóstico. La ecografía abdominal y transvaginal pueden ayudar a identificar esta patología, siendo la flebografía pélvica la prueba que confirma su diagnóstico.
La buena noticia es que el 80% de las mujeres diagnosticadas con el síndrome de congestión pélvica mejoran tras la embolización, una técnica altamente efectiva y mucho menos invasiva que la cirugía abierta.
Seguiremos atentos a la evolución de esta especialidad que, gracias a los nuevos avances tecnológicos, no para de prosperar en su propósito hacia técnicas cada vez menos invasivas y más respetuosas con el paciente.
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