Tendencia de aumento de comportamientos alimentarios inadecuados: influencia en el rol de género
El contexto sociocultural es un factor que influye en el desarrollo y mantenimiento de comportamientos alimentarios inadecuados.
Es muy común buscar ajustarse al estereotipo femenino de juventud, belleza y perfección.
Joven, bella, con una carrera profesional y madre y pareja perfecta.
El listón de exigencia a las mujeres es cada vez más inalcanzable y perjudicial para su propia salud física y mental.
La presión social de mantenerse delgada impuesta al género femenino influye en el desarrollo de comportamientos alimentarios inadecuados (como evitación de ingesta de alimentos) y el desarrollo de malestar psicológico relacionado con la ingesta (como la preocupación por el sobrepeso), aunque nos e llegue a constituir un cuadro de TCA completo.
La sociedad presiona a las mujeres para cumplir un rol de belleza femenino que conlleva el desarrollo de prácticas alimentarias perjudiciales. Incluso sin llegar a constituir un cuadro completo para poder clasificarse como una enfermedad, prácticas alimentarias incluidas en las sintomatología de la anorexia y la bulimia habitualmente se pueden observar en muestras no clínicas de mujeres. O dicho de otra manera, muchas mujeres “sanas” realizan comportamientos que no lo son, pero al ser tan frecuentes dejan de considerarse anormales.
Un ejemplo: Hacer una dieta muy agresiva para entrar en un traje de novia.
Hay comportamientos que son considerados femeninos y que están muy relacionados con la prevalencia de dichos trastornos. Ejemplo: valorar más el ideal de belleza que los logros académicos y profesionales; a una niña se la llama muchas más veces guapa que a un niño guapo, etc.
Las mujeres más comprometidas en mantener y mejorar su apariencia física y más comprometidas a perseguir un ideal de cuerpo delgado y/o románticas, tendrán mayor probabilidad de manifestar comportamientos alimentarios de restricción alimentaria, hábitos bulímicos, entre otros. Muchos de ellos están muy normalizados entre la población femenina.
Las adolescentes y muchas mujeres, viven intensamente los valores y costumbres mayoritarias como sus señas de identidad. Hacen evaluaciones de la apariencia física y asocian la autoestima a la apariencia corporal. Si a las presiones sociales, se añade el de ciertas familias preocupadas por el peso y las dietas, el riesgo de padecer algún tipo de trastorno alimentario se multiplica. También, el riesgo se ha extendido a muchas mujeres en la edad de la menopausia, que se resisten a perder la juventud.
Para una verdadera prevención, es importante contrarrestar los valores y estereotipos enfermizos que se han instalado en nuestra cultura, especialmente entre las más jóvenes. Conseguir que la mujer tenga más autoestima por sus logros personales y no por la opinión de los demás o de ser una buena madre, pareja, hija…. Al tratar de ser perfecta para los demás dejan de ser buenas para ellas mismas.